Cool╰☆╮

DOCE

Maggie entraba al instituto, y varios giraron sus cuerpos y concentraron sus miradas en ella, no sólo porque sus largas piernas hipnotizaban sino porque estaba muy drogada. Su camisa iba desabrochada, casi se podía ver su sostén rosa. Sus medias azules estaban al revés y mal puestas. Olía a alcohol.

Ashton se acercó a ella y le tomo de la mano fuertemente, esta dejo que ese apretujon le ayudase a despertar, sonrió y Ashton también.

-¿Qué está sucediendote?

-Se acabaron definitivamente mis ganas de vivir.

-¿Porque dices esas cosas?

-Porque es la puta verdad, Ashton.-dijo Maggie que sentía unas fuertes puntadas en su cabeza. Así que Ashton la tomo del brazo y caminaron velozmente hasta la sala de química. Allí los lunes nadie iba. Se sentaron en una de las sillas al azar. Maggie comenzó a jugar con un recipiente de vidrio, mientras el le miraba triste.

-¿Hay algo que pueda hacer por vos?

-Consígueme pastillas para dormir, o cocaína.

-¿Quieres cigarros?-Ashton saco su caja de tabaco y se la tendió a la misma, Maggie tomo un cigarro y comenzó a jugar con este, pasándolo entre sus dedos hasta ponerlo en su boca. Ashton le miraba fascinado, así que se puso de pie y le encendió el cigarrillo.

-¿Te ha llegado un video porno de una tal Erin?-pregunto Maggie mientras suspiraba humo tóxico.

-¿Que? Erin, Erin. No puede ser...-dijo Ashton alarmado.

-¿Porque te preocupas? Nadie la conoce.

-Yo la conozco Maggie.-respondió Ashton con un nudo en la garganta. La chica sacó su móvil y se lo tendió a este, puso PLAY y comenzó a reproducirse el video.

-Creo que todo el mundo conocerá las tetas y el culo de Erin. ¿Quienes habrán sido?-pregunto Maggie mientras seguía jugando con los recipientes químicos.

-Hijos de puta. Son mis amigos... Conozco ese sillón y esas paredes. Los mataré.-Ashton le devolvió el móvil a Maggie y estaba por irse, pero esta le detuvo.

-¿Me das tu caja de cigarros?-pregunto Maggie sonriente pero con ojos cansados. Ashton le entrego la caja.

-¿Algún día aprenderás a vivir?

-Solo sé dejarme morir.-Respondió la chica mientras miraba hacia un costado del salón, hacia los envases de colorantes diluidos en agua.