XXI 🎀 Cometido

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Antes de regresar al castillo, Anya fue a la librería. Tenía que investigar sobre el embarazo para entenderlo mejor. Dejó a Bond afuera con un poco de agua y entró a buscar libros sobre maternidad. Cuando los inició a leer, cosas que había notado cambiaron en ella recientemente comenzaron a cobrar sentido.

¿Mareos, náuseas, cansancio, falta de apetito? Fácil, todos eran síntomas de embarazo. Eso explicaba por qué ya no podía trabajar como antes, por qué se quedó dormida en el jardín y, peor aún, por qué a veces solo quería llegar a dormir a su cama.

Era tan evidente que hasta le parecía gracioso no haberlo notado antes. Creyó que era por estrés.

Debía tomarse las cosas con más tranquilidad si quería que su bebé naciera bien.

Si ella lo quería...

Más no podía evitar pensar en lo que tenía que hacer.

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Apenas despertó la mañana siguiente, aprovechó la falta de apetito—gracias al bebé que tenía en su vientre—y fue con Bondman a seguir lo del día anterior.

Un método, necesitaba un método que no la matara a ella ni a su bebé, pero que lograra el cometido.

Por eso siguió garabateando en esa habitación.

—Pero si me pongo algo para cubrirme... no, sería mejor si...

Y el futuro que le mostró Bondman le dio la negativa.

—Estoy tan cerca...

Todas las piezas ya parecían estar en su lugar, pero seguía sin cumplir su misión exitosamente. ¿Qué faltaba? ¿Qué ignoraba? ¿Cuál era la última pieza del rompecabezas?

—Anya, ¿qué estás haciendo?

Se alarmó al escuchar una voz, pero se relajó al ver que solo era Damian.

—Principito, yo...

Damian se acercó y tomó el cuaderno que ella sostenía.

"Oh no, ¡se enterará de...!".

—¿Qué son estos garabatos feos? No entiendo nada.

"Se me olvidaba que era un tonto".

—Son dibu... espera, ¿los llamaste feos?

Damian tembló al verla enojada.

—N-no, son hermosos.

"Pero realmente no entiendo qué son, irreconocibles tal vez".

—Como sea, Anya, ya se te hizo tarde.

—Pero si el sol todavía no...

Entonces Anya miró la ventana. El cielo estaba iluminado.

—¡No puede ser!

Ya iba tarde a su puesto.

—Te acompaño.

Dejaron a Bond en la habitación y se fueron a su lugar de trabajo en completa tranquilidad. Si ya iba tarde, no importaba que tardara unos minutos más.

Anya no pudo evitar recordar su embarazo al estar con Damian. ¿Cómo reaccionaría si se entera...? No, no podía decirle, pero ella tenía curiosidad sobre algo en particular.

—Principito, ¿tú algún día querrías formar una familia?

—¿Hmm? ¿Una familia?

—¡Sí! Una tuya y mía, con unos pequeños niños que nos llamen "papá" y "mamá".

Operación NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora