XXII 🎀 Antes de la Tormenta

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Al día siguiente, justo el día antes de la boda, apenas Anya dejó todo listo para su operación, invitó a Damian al teatro.

—La otra vez que pasé por ahí tenían una obra llamada "Una Razón para el Corazón" y pensé que podíamos ir juntos.

Las obras solían ser en la noche, por lo que había comprado dos boletos en una de las zonas reservadas para clientes importantes. Sabía que Damian iba a aceptar no solo porque ella lo invitaba sino porque él amaba el teatro.

Solo que no sabía de qué trataba la obra, seguro era algo cursi, perfecto para una pareja. Era la mejor forma de relajarse y disfrutar su tiempo juntos antes del fatídico día.

—¿Ahorita?

—Sí, ahorita.

—Está bien.

"Yo la quería llevar a la habitación... pero el teatro tampoco es mala idea".

"No solo es un idiota sino también un pervertido, ¿quiere volver a embarazarme?".

Así fue como, una hora después, estaban ambos en un palco privado solo para ellos dos. Los empleados del teatro, al ver que uno de los príncipes los visitó y hasta pagó entradas, les dejaron una mesa llena de aperitivos.

Lo bueno era que tenían un sillón grande para los dos, por lo que podían estar abrazados, además de que el lugar era oscuro a excepción del escenario, por lo que nadie los vería. Damian, quien estaba más cerca de los aperitivos, se los daba a comer a Anya para que no tuviera que moverse de su lugar.

Todo mientras veían la función. Al principio, Anya no entendía el nombre, era un asesino contratado para matar a una mujer de Westalis. ¿El motivo? Estaba embarazada. ¿De quién? No querían decirlo.

Pero vaya que la obra era dramática. Al menos su palco estaba lejos del escenario, por lo que no podía leer la mente de los actores para saber qué pasaba después.

El asesino no se atrevió a matarla al verla embarazada. Una cosa era matar a una mujer cualquiera y otra era matar a un bebé que no tenía la culpa de nada... eso pensaba él, por lo que fue con la mujer de frente.

—Fui contratado para asesinarte, pero lo haré cuando el bebé en tu vientre nazca.

La mujer no temió, ella ya había aceptado su muerte.

—Ya sabía que sería así. Puedes quedarte conmigo hasta entonces.

Después de eso, ambos iniciaron a vivir juntos en esa cabaña. No supo cuánto tiempo fue ese, solo supo que fueron meses.

El asesino se enamoró de ella, pero sabía que ella ya tenía dueño, lo podía ver claramente en su vientre y el anillo que tenía en su mano izquierda. Ella también se enamoró de él, solo que no quería decírselo porque la iba a matar de igual manera. Pero su paz no fue interrumpida por el amor que se sentían, no, fue por una carta que les llegó.

—Habacuc... mi esposo regresará mañana...

Ella sabía que no le faltaba mucho para que su bebé naciera, que sería su hora de partir, pero todo el tiempo que pasó con él no tendría sentido si su esposo regresaba.

—Briseida... creo que no cumpliré lo que te prometí.

Briseida se acercó a besar a Habacuc. Ella sabía qué era lo que él quería, sabía que la mataría antes de que el esposo llegara, pero antes quería decirle cuánto lo amaba, más él titubeó. Se había enamorado tan profundamente de esa mujer en tan poco tiempo que ese simple beso lo dejó sin palabras.

Y cuando Briseida se esperaba un cuchillo clavado, en realidad Habacuc la cargó.

—Si tengo que elegir entre matarte a ti y al bebé, fallar la misión o matarlos a los tres, prefiero llevarte conmigo.

—¡Pero Habacuc...! Si haces eso, ellos...

—¿Me matarán? Probablemente, pero no lo harán si creen que desapareciste.

Entonces ella entendió el plan. La llevaría lejos a un lugar donde pudiera iniciar otra vida a su lado, juntos los dos.

—Pero... el bebé que llevo en mi vientre es...

No se había revelado quién era su esposo.

—Es el primogénito del príncipe...

—No, es mi hijo.

Así fue como ellos dos terminaron viviendo felices para siempre.

La obra había dejado a Anya con un mal sabor de boca. Oh, la ironía. El asesino prefirió arriesgar su vida por el amor que tenía por esa mujer pese a que su agencia podía mandar un agente para matarlos.

Pero Anya no podía hacer eso, el plan ya estaba todo calculado y perfecto. No podía dejar atrás lo que vivió toda su vida, no podía dejar atrás su odio a Demetrius, no podía dejar atrás todos los sacrificios que la organización hizo para matarlo. Aun así, no podía simplemente ignorar el amor que sentía por Damian y el hijo que no sabía si viviría un día más.

No sabía...

No quería saberlo.

—¿Qué opinaste de la obra?

La pregunta de Damian la sacó de sus pensamientos.

—Una verdadera demostración de amor. Yo, en el lugar de Habacuc, no sabría...

"No sabría qué hacer" era lo que iba a responder. Pero sí sabía y lo haría al día siguiente.

—Yo no entendí, ¿por qué tiene ese nombre?

Anya lo miró creyendo que Damian realmente era un idiota, pero así le gustaba.

—Porque él sabía que, si su organización se enteraba, lo matarían por dejarla viva y matarla, más él decidió escapar junto a ella... solo necesitó una razón, amarla.

—Fue una buena obra, me deja un mensaje muy claro.

Anya miró a Damian con intriga.

—¿Y ese cuál es?

—Que, si fuera por mí, destruiría mi organización con tal de estar conti... con esa persona especial.

Anya soltó una carcajada. Sabía que no sería posible algo como eso, pero las palabras del Damian la hacían feliz. El saber que alguien estaba dispuesto a hacer tanto por ella era una sensación inigualable.

Anya y Damian regresaron tomados de las manos al palacio. Normalmente no se daban muestras de amor en público, pero ella sintió que esa noche era especial, que debía hacerlo.

Operación NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora