XVI 🎀 Bondman

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Cuando Anya logró terminar todo su trabajo, se sintió relajada. Eran alrededor de las diez de la noche, muy pasado de la hora de la cena.

Después de que Damian no entendió lo que ella quería decir, no volvió a hablar y trabajó en silencio. Damian se quedó dentro de la oficina leyendo algunos archivos, parecían ser registros de años anteriores.

Anya se estiró en su lugar. No tenía hambre, pero sí que estaba muy cansada. Quería irse a dormir.

—Principito, ¿ya nos vamos?

Damian pareció asustarse levemente al ser llamado. Estaba muy concentrado en su lectura.

—Claro.

Ambos se levantaron y salieron de la oficina. Ya no había nadie en la torre, por lo que Damian decidió agarrar la mano de Anya al caminar juntos. Quería sentirse como una pareja de verdad, pese a que apenas llevaban juntos como... ¿un día?

Anya no se negó. Le gustó sentir la timidez con la que Damian tomó su mano y el calor que le brindaba cuando la tomó.

Así caminaron hasta que llegaron a la torre donde estaban sus habitaciones. No le sorprendió ver a nadie ahí, ella misma se aseguró de que los guardias no patrullaran esa zona porque ella creía ser más que suficiente para cuidar del príncipe.

No había nadie más que ellos ahí, ¿quién querría ir por el príncipe olvidado? Si fueran por alguien, sería por Demetrius.

—Tengo una sorpresa para ti —dijo Damian, tomando la delantera.

Damian nunca hacía eso, nunca.

Entonces recordó lo del perro... que se le había olvidado otra vez.

Damian la jaló hasta el piso donde estaba su habitación, pero, en lugar de dirigirse al cuarto de ella, se dirigió al desocupado.

—¿Lista?

Anya fingió su mejor sonrisa de emoción.

—¡Sí!

Damian abrió la puerta y, adentro, estaba un perro grande y blanco, que parecía muy suave al tacto, sentado en su cama, viendo la puerta.

Anya vio sorprendida al perro. Era justo lo que quería, justo como lo soñó. Era perfecto.

—¡Qué emoción! —gritó antes de lanzarse a abrazarlo.

Estaba suavecito, justo como se veía. El perro le ladró, parecía feliz.

—¿Te gusta? —preguntó Damian al dar un paso adentro.

Anya vio la habitación, tenía justo todo lo que necesitaba para cuidar un perro, ¡hasta tenía botitas para ponerle!

—¡Me encanta!

Dejó de abrazar al perro para levantarse y darle un beso a Damian en la mejilla.

—Gracias por la mascota.

—N-no es nada... —Damian estaba sonrojado—. ¿Cómo lo vas a llamar?

Anya volteó a ver al perro.

—¿Bond?

El perro ladró.

—Bond será. —Anya regresó a abrazarlo—. ¿Quién es un buen chico? ¿Quién lo es? ¡Bond lo es!

Damian tenía envidia de que un perro recibiera más cariñitos de parte de Anya, pero lo dejó pasar.

—Como sea, me voy a dormir.

—¡Buenas noches, principito!

—Algún día lograré que me llames Damian...

Anya se rio ante su comentario y siguió con lo que hacía. Le gustaba acariciar al perro y podía abrazarlo perfectamente bien.

Operación NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora