🎀 Epílogo 🎀

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Sylvia leía el periódico de Ostania, el que justo llegó casi tres semanas después de la supuesta boda de Demetrius. Nadie se reportó a ella, nadie regresó a las instalaciones; ya se estaba iniciando a preocupar.

Más el papel que tenía en manos logró relajarla por completo.

—¿Qué es tan bueno como para sonreír así?

Sylvia se giró hacia su jefe, el líder de la organización.

—Starlight lo logró.

Aquel hombre, cuyo nombre y rostro eran desconocidos para casi toda la organización, se alegró en demasía al escuchar eso.

—La culpable del asesinato fue Fiona Frost, alias Nightfall, justo como se previó desde un inicio. También reporta que la mayoría de los invasores murieron y que los que pudieron escapar fueron mínimos... pero eso no importa.

—La paz está garantizada por mucho tiempo con Damian en el trono.

—Y ¿qué toca ahora?

—Descansar...

Sylvia se acercó a aquel hombre con calma. Ya no tenían que luchar, ya no tenía que organizar nada, ya no tenía que llorar la pérdida de agentes y tampoco tenía que organizar elaborados planes para matar a una persona. Era una mujer libre, cuyo propósito en la vida ya había sido logrado.

Cuando Sylvia se sentó en sus piernas, aquel hombre no la alejó, hasta la tomó por la cadera.

Y, cuando ella lo besó, él profundizó ese roce.

Ya no tenían que ocultar nada, eran libres para amarse como siempre habían hecho.

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Anya estaba sentada en el asiento de reina en medio de una audiencia importante de la que verdaderamente no le importaba ni una palabra, ella solo quería salir para ir a comer un pan tostado cubierto con crema de maní, mermelada de fresa y aderezo para ensalada.

¿Que si era raro? Claro que lo era, lo sabía, pero tenía tantas ganas de probar esa combinación otra vez...

Miraba alrededor de la sala hastiada. Había funcionarios públicos, caballeros, nobles y ciudadanos normales. Por un momento, recordó todo el trabajo que le costó llegar ahí. Recordó lo que pasó después de matar a Demetrius.

Cuando el anterior rey, Donovan, le quería imponer a Damian una esposa.

Cuando Damian reveló que ella estaba embarazada de él.

Cuando no solo Donovan sino también la mayoría de los nobles se negaron a que el nuevo príncipe heredero se casara con una caballera que no pudo proteger a su hermano mayor.

Cuando Damian se esforzó hasta el cansancio para hacer que todos la aceptaran a ella como su futura reina.

Cuando se casó con él el día de su coronación, pese a que nunca le pidió formalmente su mano en matrimonio.

Cuando, tres meses después de la boda, dio a luz a su primogénita, la pequeña Yumiko.

En menos de ocho meses su vida cambió en su totalidad. Pasó de ser una simple caballera a ser la reina de la nación que había odiado hasta que se enamoró de Damian. Lo mejor de todo era que la organización la dejó libre después de matar a Demetrius.

No se arrepentía de lo que pasó ese día, ya no. Damian aceptó que ella fue la culpable y no la alejó, no la odió, no la repudió; en su lugar, la amó cada día más.

Pero ninguno de esos era motivo para escuchar las peticiones de la gente cuando tenía tanta hambre.

—... Por eso pido que se abra otra escuela en la ciudad capital.

Operación NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora