Capítulo 17.

3.6K 381 36
                                    

(La palabra amor tiene hasta catorce acepciones distintas en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).

JISOO.

—¿Qué haces? baja esa arma, Yerin —Rosé dio un paso al frente.

—¡Lo que debí haber hecho hace mucho tiempo. Acabar con esta zorra! —gritó.

Lisa la miraba con horror, y sin darse cuenta, estaba frente a Jennie, cubriéndola.

—¡Ya baja esa arma. Ahora! —vociferó Rosé.

Esto era lo que ocurriría. Y yo de idiota me deje llevar; esto sólo es una dura muestra de la vida de que lo mío con Rosé no podía ser. Ahora estábamos metidos en esto.

—¡Quítate del medio! —sus ojos se desorbitaron, parecía una desquiciada.

—Hazle caso, Rosé. Ya, no compliquemos más las cosas —pedí con la voz trémula.

—Tú me hablas como si yo fuese una demente —apretó los labios—. La única loca aquí, eres tú. Tú me obligaste a esto —agitó el arma, sacándole un susto a todos.

—Está bien. Si vas a disparar, dispara, pero te advierto una cosa, si vas a matar a alguien va a ser a mí. ¿Me entendiste? a mí.

La rabia contenida en mi interior mezclada con el miedo, era como un volcán a punto de explotar. Las manos de Yerin temblaban; tenía miedo de que alguna de esas balas golpeara a Rosé o a cualquiera que no fuese a mí. Porque a quien vino a matar fue a mí.

—No creo que sea lo que quieres. Esta empresa es privada, Señorita, baje esa arma. O tendré que llamar a los guardias —bramó Lisa.

—¿Tú también? —rió como loca—. No defiendas más a estas asquerosas. Porque ya todo el mundo sabe que estás loca por tu secretaria, Manoban —Jennie salió detrás de Lisa—. Y no sería para nada difícil deshacerme de ella, es una prostituta más. Pero ahora será una menos.

—Inténtalo —Lisa dio una paso adelante, con la barbilla elevada y un aire de grandeza—. Si haces algo para lastimar a Jennie o a Rosé, te juro que no te quedara vida para la condena que te haré pagar. Hazle daño.

—¿Por qué mejor no le dices a esta mujer que la vas a despedir? llegué a escuchar algo, piensas despedirla porque... no sabes ni siquiera porqué —la mirada de Jennie se notaba perdida Y sinceramente, la entendía—. Ustedes no son más que unas personas detestables. Pero tú Jisoo... tú sin duda te llevas el puesto número uno.

Yerin subió el arma al cielo y disparo. Todos soltamos un grito y retrocedimos. Lisa inmediatamente cubrió a Jennie, mirando asustada a Yerin, parecía un monstruo. Jamás me imaginé esto de su parte.

—¿¡Te estás volviendo loca!? —aulló Rosé.

—Ese fue un disparo de advertencia, el próximo te juro que es para ella.

—¡Le tocas un pelo a Jisoo o la rasguñas con una bala y te juro que me desconozco, Yerin. Te lo juro! —los puños de Rosé estaban tan apretados que sus nudillos estaban blancos.

—Claro, la defiendes porque es nueva. Tu nueva prostituta. Déjame y te digo Cariño —miró directamente a mi dirección—. En cuanto se canse de ti, buscará con quien saciar su sed. No te ama, no eres más que un capricho.

—Baja esa arma, Yerin —intervino Lisa, levantando su mano.

—Y tú no te metas porque te juro que te mato, no me va a importar dejar sin dueña a esta empresa.

Se fue acercando de a poco.

—Ya, cálmate.

—¡Que no te acerques te digo!

Corazón De Robot. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora