Capítulo 40.

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Dependencia. El amor es similar a los efectos de ciertas sustancias de uso ilegal, ya que partes similares del cerebro están involucradas y se desencadenan reacciones químicas similares.

JENNIE.

—¿De qué habla? —Lisa dio un paso al frente—. No puede venir aquí y decir que es el padre de Jennie, el mismo que ha estado robando a esta empresa.

Robert se erguió, no parecía venir en plan de pelea. Pero seguía en shock, sus palabras habían sido fuertes para mí, me había quedado muda. Traté de hablar pero no salía nada, en vez de eso, procesaba lo que estaba sucediendo.

—No vengo a buscar pelea, sólo estoy aquí por me enteré que Jennie —me miró con unos ojos arrepentidos, pero yo no lo creía—. Mi hija...

—¿Con que cara? —lo interrumpió Lisa—. Después que la dejó, viene a buscarla. Es usted un muy mal padre.

—No tanto como el tuyo. No me quieras ver la cara Lisa, no soy el imbécil de Marco. Ese si que es un descarado, meterse con una mujer drogada, llegó a un punto absorvente —Lisa pareció empezar a ver rojo, porque quiso avanzar hacia Robert, pero para evitar cualquier pelea, la tomé del brazo—. Porqué sí, hay muchas cosas que ustedes no saben de la historia.

—No sabe lo que dice, ni siquiera lo conocemos. No sabemos si es...

—Si es, Lisa —acepté yo. Reteniendo las lágrimas—. Es mi padre.

—No tiene derecho —farfulló—. No tiene el derecho de aparecerse aquí.

—¿Qué te molesta en realidad? ¿qué haya venido por mi hija o que esté pisando tu empresa?

Lisa bufó, —Las dos, pero sin duda, la que me parece más ridícula, es que este aquí dándoselas se superman, cuando no es más que un padre irresponsable.

—Tú no sabes lo que me llevó a alejarme de mi hija. ¿Crees que en serio la quería dejar así?

—Si la hubiese querido, no la hubiera dejado por tanto tiempo; auque sea una carta, un mensaje, pero no. Se desapareció, no preguntó por ella ni como la estaba pasando. No quiera darselas de buen señor –alegó Lisa.

Robert se veía bastante irritado, —Si tan solo me dejarás dar mis razones, pero en vez de eso te predispones a sacar conclusiones estúpidas.

—Estuvo robando a la empresa —dijo Lisa entre dientes.

—Porque tu madre es un canalla, por eso. Porque no tiene ni una pizca de hombre en su sistema, sí, yo dejé a mi hija, pero tuve mis razones. Pero tu padre tuvo la oportunidad de ser padre, pero ¿lo fue? —hizo una pausa, recuperando el aire—. Tengo mis razones, quizá para ustedes no son justificables, pero déjenme decirlas.

—¿Por qué robo a la empresa? ¿por qué dejó a Jennie por tanto tiempo?

—Hablaré —dispuso—. Pero no contigo aquí, no confío en ninguno de los Manoban.

—Pues yo no confío en usted —declaré, por fin hablando. Rogaba a todos los santos para que esa lágrima traicionera no rodara por mi mejilla.

Sentía una opresión en el pecho, sentía ganas de vomitas. Y tenía mareos, mis piernas estaban débiles; era demasiado para un solo día.

-Jennie...

—No, Robert, no vas a llegar a mi vida y decir —tomé la mano de Lisa—, que no confías en mi novia. Porque si ella no está presente, yo no hablaré contigo.

—Confías en las personas equivocadas. Todos los Manoban mienten, Jennie, date cuenta.

—Lisa es mi novia, Robert, tú acabas de llegar. Te fuiste por todos estos años, y está bien, no te juzgo porqué no sé tu versión. Pero en cuanto la escuche, espero que salgas por esa puerta y no te atrevas a buscarme jamás —y ahí estaba. Lo que no quería que ocurriera, mis mejillas estaban mojadas y mi voz se rompió a lo último.

Corazón De Robot. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora