Capítulo 8.

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"Cuándo sentimos celos por alguien".

Esa persona se vuelve más deseable, lo que a su vez se intensifica el efecto de los celos.

LALISA.

—¿Qué carajos, Lalisa? —abrió los brazos, incrédula—. ¿Qué pasó ahí abajo?

—¿Ella. Eso pasó, Roseanne. Y estoy harta de decirles que no me digan así! —vociferé.

—¡A mí me bajas el tono de voz, porque si no, procedo a bajártelo yo. Y siéntate! —ordenó.

Bufé, —Tú no me mandas —y no me senté. Me quedé mirando por la ventana—. Es una insulsa, viene aquí, y todavía es ella la que está en falta; viene aquí y me enfrenta de esa manera —rasqué mi nariz con molestia—. Yo tengo que regresar a decirle...

—Tú no vas a ninguna parte, en primer lugar, ella ya te dijo que renunció, y en segundo, eres el ser más jodidamente terco jamás visto. Tú tampoco eres fácil, Lisa.

—Pero yo no hice más que darle oportunidades —declaré, con voz chillona.

—Si, y según escuché tirarle el café en los pies y no sólo eso, sino también el jugo y hacer que lo limpiara, y todo un mismo día. Yo te hubiese matado, lo siento mucho —reveló.

—¡Perfecto! ahora la que tiene la culpa aquí soy yo por el simple hecho de hacer mi trabajo. Esta es mi empresa, no entiendo que de malo tenga que yo haga lo que se me dé la regalada gana.

Me fulminó con la mirada, —Una cosa es hacer lo que se te da la maldita gana y otra muy diferente, es hacer lo que se te da la gana pero humillando al otro.

—Ay, por favor, que dramática —rodé los ojos.

Rosé era fuerte, incluso habían momentos en los que prefería quedarme en silencio. Porque Rosé siempre me callaba o sentaba de alguna manera.

—¿Dramática? mira, yo no me pondré a discutir con una simio —abrí la boca, realmente ofendida—. Sí, porque estás actuando así justo ahora. No me pondré a discutirlo, pero por lo menos, razona un poco.

—¿Quieres que te despida? es que aquí ya no hay respeto.

—Anda, despídeme, dale. A mí si que no me importa —se cruzó de brazos, expectante.

Me quedé en silencio unos segundos, muy largos por cierto.

—Pues era broma, tampoco es para que te lo tomes así —dije, utilizando una voz algo más calmada.

—No si que me lo tomo así, porque no piensas en tus palabras, hieres a diestra y siniestra y eso no está bien. Puede que quieras que Jennie te odie, está bien. Pero ten la decencia de preguntarle el porqué se retraso, y yo haría exactamente lo mismo si una persona a la que quiero está mal; así que no la culpes —determinó—. Te dejaré sola para que pienses en tus actos, y felicidades, es la séptima que se te va en el mes.

Salió de mi oficina, no sin antes cerrar de un portazo. Hice una mueca con los labios y me dejé caer en mi silla con la mirada en un punto fijo.

Pero ella me dijo robot, ¿por qué tengo yo que pedirle disculpas?

Ella dijo que no tenía corazón, no tengo que pedirle disculpas.

Ella...

—Ella, ella, ella. ¡Maldita sea!

Dijo que su madre estaba mal, y Jisoo me lo volvió a decir, y todos me lo dijeron. Seguro es verdad, y aunque flaquee un par de veces, definitivamente ahora sí que me cuestionaba el despedirla. Pero ella fue la que renunció, y si lo hizo, no hay mucho que yo pueda hacer.

Corazón De Robot. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora