Capítulo 16.

4K 359 131
                                    

«Son dos cosas diferentes el amor y el deseo. No todo lo que se ama se desea ni todo lo que se desea se ama».

EL QUIJOTE.

JISOO.

—Dios mío, cuanto pesas, Rosie —la dejé en la cama, con los sudores rodando por mi columna—. Estás sana y salva.

Le quité los zapatos, dejándolos a un lado y con la mirada busqué la lámpara de noche; la cual inmeditamente encendí.

—Jichuuuu —casi gritó, estirando sus brazos.

Negué, sonriendo, —Eres una tonta, sabía que querías terminar tu relación, ¿pero darle celos conmigo? no, tú eres un caso, Roseanne,

—¿Y... quién dice que no dije la verdad? —preguntó con sus ojos cerrados—. Ven, acuéstate conmigo.

—No, me tengo que ir, es muy tarde. Y si no mal recuerdo, tenemos mucho trabajo para mañana, sólo tienes una horas para descansar —con la sábana, la cubrí—. Te dejaré para que tengas un buen sueño.

Decir que no me parecía atractiva aun durmiendo, que maldita sería. Era la mujer más hermosa que habían visto mis ojos, y lo que salió por su boca en el Bar, me estremeció, con tan pocas palabras las cuales significaron demasiado para mí.

Rosé se acostó boca abajo, balbuceando palabras inentendibles. Me senté en la cama, y verifiqué que estuviera dormida.

—No sé porqué hiciste lo que hiciste, pero... no dejo de darle vueltas a eso —aparté un mechón de su cabello, y sonreí.

Cuando empecé a desarrollar este sentimiento por Rosé, no lo niego, sentí algo de pánico, no es que fuera nuevo eso de sentir amor, pero si era diferente. No a todos se les ama de la misma manera y con la misma intensidad.

Con Rosé todo ha sido más intenso, más fuerte, más aquí. Ese sentimiento que no se rompe con nada, que cuando ves, piensas o te imaginas con esa persona, se te forma una sonrisa de oreja a oreja.

Y podía hacer todo un libro de mis sentimientos por Rosé, y seguirían faltando páginas.

—No sabes como me duele verte así, y no poder hacer nada para ayudarte. Estás sufriendo por una mujer que no conozco, pero que me contaste de ella una vez y ya quiero ayudarte. Aun sabiendo que... —me mordí los labios—. Es tan difícil. No sé si también es por Yerin, pero quiero ayudarte —tomé una pausa—. Porque yo no puedo decirte que te amo más —cerré mis ojos por uno segundos—. Más que a mí vida. Es horrible que solo te lo pueda decir en mis sueños o ahora que estás dormida; que sólo así pueda desahogar lo que siento, lo que llevo aquí. Lo más grande que he podido sentir por alguien. Y aunque hayas tenido a Yerin y a la otra chica que no sé quien es, ni ella ni nadie te puede amar más que yo.

—Nadie puede estar tan vacía como yo, cada vez que tengo que alejarme de ti. Sintiendo que me muero por dentro—retuve las lágrimas—. Y aunque nunca podré tenerte. Yo jamás voy a dejar de ser tuya. Ojalá pudiera decirte que te amo con todo mi ser —acaricié su cabello—. Soy una mentirosa cuando digo que no me gusta nadie, que no estoy enamorada de nadie; te negué mi amor tantas veces, cuando por dentro no hacía más que morirme por ti. Y soy una cobarde, no supe aceptar mis sentimientos o más bien, decírtelos. Siempre traté de alejarme pero... ya no me quedan fuerzas. Porque te amo, te amo tanto.

De pronto, Rosé sonrió. Espantándome. Se fue parando de la cama.

—Eso me lo vas a tener que repetir mil veces —se sentó en la cama. Yo me paré hacia atrás, asustada.

No, esto no puede estar pasándome a mí.

—Óyeme, tú no estabas dormida, ni borracha —dije, enojada.

Corazón De Robot. (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora