17 años
El sol invernal me molestaba, había corrido las cortinas de mi habitación y eso logró despertarme. Estaba tan frío que ni la luz me convenció para salir de la cama, estaba cómoda en las tibias sábanas y las esponjosas almohadas que mamá me había comprado la semana pasada.
Era una paz, una tranquilidad amortiguadora.
Hasta que Lara entró corriendo y se puso a saltar sobre la cama.
—¡Es el día, es el día!— gritaba, se tiró encima mío y me destapó, busque las frasadas con la mano pero las había apartado hasta dejarlas al borde de la cama, genial, ahora tenía que levantarme.
—¿De qué estas hablando enana?— le pregunté irritada, los ojos verdes de Lara brillaban de excitación, algo la tenía muy emocionada, algo que yo no podía recordar.
—¡Es el día!— repitió, le tiré del pelo y la mandé al suelo, se quejó un buen rato hasta que por fin se quedó callada.
—Ahora que estas calmada y no estas aplastandome, me vas a decir de que bendito día estas hablando.
—¡Es el cumpleaños de Exequiel!
Claro, era el cumpleaños del chango, lo había olvidado por completo, o al menos lo intenté.
—¿Y por eo me despertas?— le gruñi, Lara ya tenía catorce años y aún seguía siendo bastabte infantil. Lissy cuidaba de ella como si fuera su hija, como Micaela se había ido hace ya algunos años a Italia para estudiar, consolaba su tristeza en vela por la feicidad de Lara. De cierta manera eso me gustaba, ni Lissy ni Lara sufrían, se tenían la una a la otra cuándo más se necesitaban.
—Si, es que ya es un adulto, ¡Ahora es un hombre!— gritó otra vez, iba a dejarme sorda antes de yo cumpliera los 18.
—¿Y qué se supone que era antes— ambas miramos hacía la puerta donde Exequiel se apoyaba en el umbral con los brazos cruzados sobre su pecho, estaba en pijama al igual que Lara, tenía el pelo despeinado y se notaba de lejos que recién se había despertado.
—Eras un hada— le dediqué una sonrisa burlona y él me devolvió una asesina. Tuve una larga discusión con él después de que me regalara a Nana, le expliqué que todos esos años creía que el hada de las galletas me las dejaba frente a mi puerta cada vez que me sentía mal, le dije que era un acto muy dulce de su parte pero que no lo hiciera más hasta que se me pasara el enojó por lo de Sparks, que si quería mi perdón unas simples galletas no bastarían, el no rechisto y me hizo caso, como todas las cosas que le pedí después de ese día.
—Lo importante es que ahora soy un hombre...
—Y mi chofer— agregué, Lara estalló en carcajadas.
Cuándo Exequiel fue a dar su examen de manejo se puso tan nervioso que termino por atropellar a las ancianas de maniquí que ponían en la pista, pinchó una rueda y vivió su primer choqué en el que destrozó toda la parte delantera del auto. Seguía siendo el mismo desastre como conductor que a los quince años.
El auto que papá le regaló para sus 16 seguiría estacionado en el porche unas temporadas más.
—Al menos tengo auto— me dijo, entró en mi habitación y se sentó sobre la cama—. Y un pijama decente.
Observé mi pijama, un pantalón y una camiseta con dibujos de vacas, a la noche hace frío y en las tiendas no vendían nada mas normal que eso, era mejor que el pijama de Barbie.
—Pero yo tengo licencia— golpe duró para Zeballos, pude ver como se e distorsionaba la sonrisa socarrona que se le había formado en el rostro—. Ahora, Lara fuera de mi habitación... Vos, chango, quedate.
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Casate conmigo (Exequiel zeballos)
FanfictionEl niño que llegó repentinamente a mi casa, el que se metió en mi vida sin previo aviso, el cuál se robo el amor y cariño de todos y al que odiaba profundamente ahora se iba a convertir en mi esposo? Esto tiene que ser una pesadilla. Aclaración: est...