"Secuencia de desastres"

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Acaricie la mano de Mart. Ahora no lo hacía porque quisiera pedirle perdón, como acostumbré todos estos años, sino que lo hice para que supiera que estaba allí, a su lado y que desde este día no la dejaría.

—Exequiel, no te duermas con el traje puesto— me dijo Mart cuando me acosté en "nuestra" cama.

Veía las como si estuvieran cubiertas de una neblina brillante y espumosa, lo único que distinguía era lo bella que seguía estando ella a pesar de estar cansada por un día tan agotador como nuestra boda.

El alcohol se me subió a la cabeza enseguida, deseaba tenerla entre mis brazos cuanto antes, de verdad la deseaba. Pero reprimí mis impulsos y mantuve el poco autocontrol que me quedaba para sacarme el traje y ponerme el pijama.

—Por dios, estás tan borracho. Juraba que ibas a volver a besar a Enzo— no entendí de que estaba hablando, ¿Yo besar a Enzo?, Él me besó a mi.

—Soy irresistible, perdón— se rió conmigo y se sacó el vestido frente a mis ojos. Quedó en ropa interior y abrí los ojos ante la confianza que teníamos de pronto.

Ella se dio cuenta y hizo una mueca.

—Ya estamos casados, es legal. Además no es la primera vez que me ves así, si mal no recuerdo: estuvimos desnudos en esta habitación hace un tiempo— me perdí en ese glorioso momento. Aún sentía los nervios a flor de piel y las imágenes eran tan nítidas dentro de mi cabeza por culpa del alcohol, que me quedé imaginando y recordando lo que pasó y lo que puso haber pasado—. No seas pervertido chango— me tiró una almohada al darse cuenta de lo que pasaba por mi mente. Me reí y la invite a acostarse a mi lado.

—Perdon, pero ahora es "legal"— le respondí con sus propias palabras.






[...]







Al otro día, mi cabeza era una bomba de tiempo. Tomar dos noches seguidas no era lo más recomendable, pero se me fue todo el dolor o me obligué a dejar de quejarme cuando no vi a Mart a mi lado.

¿Había sido un sueño?

Oh, ¿Y si lo soñé todo? ¿Soñé que finalmente me había confesado y que nos casamos? No podía seguir viviendo así.

—¡Exe, es el día!— exclamó alguien. Era la voz de Lara, que entró rápido a mi habitación con los ojos tapados con sus manos y se puso a dar saltos en el umbral.

—¿De qué día me hablas?— le pregunté asustado.

—¡Del cumpleaños!— gritó. Y mi vida se vino abajo. Todo había sido un sueño. Nunca bese a Mart, nunca me confese, nunca nos casamos.

Frote mis ojos, arruinado como estaba no quería celebrar mi cumpleaños otra vez. No sería capaz de confesarme en la vida real. Por supuesto que todo había salido de maravilla y me había casado con Mart, todo porque lo soñé.

—Lara, no estoy de humor— le dije abatido. Sólo quería quedarme acostado hasta que me consumiera la miseria y muriera.

—Pero Mart te está esperando con el desayuno listo, se va a enojar mucho si sabe que no queres celebrar su cumpleaños.

Me levanté de golpe.

—¿Su cumpleaños?— susurré.

—¡Lo olvidaste!, Te va a matar. Estaba muy emocionada de que la boda fuera un día antes de su cumpleaños.

Casate conmigo (Exequiel zeballos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora