Capítulo 6. Pelea tras pelea.

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Sanem.

Espero sentada unos cuantos minutos sin saber qué hacer.

A lo lejos escucho que el señor que les ayuda en la casa habla y responde de vuela el señor Can.

Entro en pánico de inmediato y literal camino en círculos por toda la habitación sin saber qué hacer.

Mi ropa aún no está lista.

Veo a través de la puerta medie cuerpo del señor Can dirigiéndose hacia acá. Es decir, estoy en la habitación de él.

Maldigo internamente. ¿De verdad tengo tanta suerte y vine a dar a la habitación del señor Can? ¿Es mucho pedir que tan sólo se tratara de una habitación de invitados? ¿Por qué me persiguen las desgracias?

Veo que el señor Can se dirige hacia acá una vez que termina de hablar y mi corazón golpetea fuertemente. 

Decido agacharme y esconderme en el costado no visible de la cama. Por debajo veo que se dirige inmediatamente al baño, pronto el ruido de la regadera lo confirma.

Debo salir de aquí cuanto antes pero necesito mi ropa. 

Me levanto y me escondo en la pared próxima a uno metros del cancel donde está la secadora. Me asomo ligeramente para prevenir que no me vea el señor Can pero él está de espaldas quitándose la playera. No debería ver esto, y...

Dos pitidos anuncian que mi ropa está lista y el señor Can se gira.

¡Ahora sí estoy muerta!

Presa del pánico me alejo de ahí y estoy por salir de la habitación hasta que su voz me detiene.

—Sanem.

Me detengo y aprieto mis ojos temiendo girarme a verle.

No pregunta, no exclama con sorpresa. Parece que ya está acostumbrado al desastre que soy.

Tomo una bocanada de aire, girándome lentamente para afrontar mi realidad. Ahí está el señor Can sin camisa, mirándome con ese gesto característico entre confusión y molestia.

—¿Qué haces aquí?

—Yo... iba a la habitación del señor Emre —respondo nerviosa. Tener a tu jefe guapo medio desnudo es un tanto comprometedor y no es una situación muy afortunada.  El señor Can lo empeora acercándose a mi y rodeándome como si fuera una presa —Por error terminé aquí.

El señor Can asiente ligeramente sin dejar de caminar a mi alrededor.

—Así que medio desnuda ibas hacia la habitación de Emre ¿verdad?

—Sí, así es —respondo pero en mi mente de inmediato hace clic lo que dice y me asusto —¡No de esa manera! ¿¡Se da cuenta del insulto que es lo que insinúa!? —me exalto y él me devuelve una mirada asesina —Perdone, es que... no quiero que me malinterprete.

—Si no es así entonces dime ¿Cómo es?

Mi jefe y sus absurdas preguntas para saberlo todo. La situación está completamente retorcida, yo cubierta por sólo una playera gigante y él sin camisa... si alguien nos ve pensará peor.

—Señor Can, realmente no importa cómo. ¿Puedo irme? 

Pido permiso pero en realidad doy un paso adelante para emprender mi camino, mismo que el señor Can invade y no me permite pasar.

—Sanem. La última vez,  estuviste en la sala de estar de ésta casa y ahora estás en mi habitación. Disculpa que te pregunte el por qué te encuentro en mi casa. ¿Qué estás haciendo?

El albatros y el fénix (Adaptación escrita pájaro soñador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora