Capítulo 5. Nada sale bien.

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Sanem.

—Ya puedes soltarme —escucho un poco ahogada y lejana la voz del señor Can —¿Sanem?

—¿Mande? —digo con un hilo de voz.

Todo el trayecto he permanecido con los ojos cerrados. El aire, golpeaba tan fuerte mi rostro que tuve que refugiarme escondiendo mi rostro en la espalda del señor Can y aferrarme a él como si fuera mi vida.

¡No tengo de donde más sostenerme y maneja como si no hubiera mañana!

—¿Quieres dar otra vuelta?

Abro mis ojos y me percato de que ha aparcado la moto. Inmediatamente alejo mis manos de él y me siento erguida.

—¡No, no, no! —asustada tomo bocanadas de aire y llevo mis manos hasta el cintillo de seguridad de mi casco.

—¿Estás bien? —el señor Can voltea de soslayo.

—¿Qué si estoy bien? —repito con otra pregunta —Sí claro —respondo sarcásticamente —¡Casi muero! ¿De verdad quiere matarme? —tengo que contener mi enojo al verlo como se gira para verme y disimula una sonrisa —¡Ayer casi muero por su culpa también! —exploto y mi lengua no puede contenerse más —¿Qué le parece si me arrojo al suelo y me aplasta de una vez por todas? Quizá eso lo haga feliz y deja de torturarme. ¡Maldita sea! ¿Cómo quito esto?

He estado batallando con el cintillo de seguridad mientras dejo salir todo mi enojo y esto me hace ver estúpida.

El señor Can se gira ligeramente hacia a mí y me pide que me acerque, yo me niego pero sus manos consiguen llegar a la cintilla del casco y consigue desatarlo fácilmente.

—¿Vas a dejar de comportarte como una niña pequeña? Ya...

—¿Ya qué? —le interrumpo —No puedo hacer nada bien, cree que soy una inútil y no tengo éxito en nada pero yo no pedí venir aquí. El señor Emre me mandó.

El señor Can entra en completa seriedad, veo un músculo de su mandíbula sobresalir y baja de la moto.

—Entonces entra y haz tu trabajo.

Bravo Sanem, expresa toda tu frustración y enojo ¿crees que a tu jefe le importa? 

Bajo de la moto y sigo al señor Can a la entrada de la imprenta. Él saluda a medio mundo al entrar pero el saludo se vuelve un júbilo al ver a otro chico más o menos de su edad. Se dan un efusivo abrazo, parecen ser muy buenos amigos. 

Cuando me mira me extiende la mano y se presenta como Afik. Yo estrecho mi mano con él y me presento de igual forma y nos hace la invitación hacia su oficina.

Me siento en el sofá mientras escucho al señor Can y Afik ponerse al tanto y bromear algunas cosas.

—Can a veces es difícil —me dice Afik —que Dios te de paciencia.

Sonrío ligeramente.

—Muchas gracias.

Mi sonrisa se esfuma al cuando el señor Can voltea a verme con el rostro serio. 

No lo dije con mala intención, por algo lo dice su amigo. Además, soy demasiado espontánea.

Afik se percata de la situación y se sienta a mi lado ya que el señor Can no habla.

—Nos conocemos desde la secundaria ¿no te ha hablado de mí? —muevo mi cabeza ligeramente confundida —Metin, Can y yo éramos inseparables.

Afik continuo hablando de esa época de su vida y me parecía casi increíble escuchar que el señor Can era muy hiperactivo, el más divertido y alocado. Quiero decir, es demasiado serio, quizá permaneció loco pero lo demás... no creo en absoluto que sea así.

El albatros y el fénix (Adaptación escrita pájaro soñador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora