El albatros y el fénix (Adaptación escrita pájaro soñador)

Capítulo 4. Hombres con barba.

Sanem.

Bajo rápidamente del autobús y apresuro el paso sobre la acera, ya que estoy al borde de llegar tarde al trabajo. Problemas de familia y el vecindario hicieron este retraso posible.

Derivado de la absurda riña de mi mamá. Dándole esperanzas a la madre de Alper para que vengan a pedir mi mano. 

Es estúpido pensar que por el momento tomaran como objeto de manipulación y condicionamiento en mi vida, algo tan delicado como otorgar el permiso de casarme con... Alper. Es una idea completamente descabellada y a pesar de que estoy cumpliendo con la parte de mi trato —conseguir un trabajo — mi madre asegura que sólo pretenderá que considera la propuesta y que no aceptarán.

Aún.

Sé que eso no tiene ni pies ni cabeza. 

¿Creen que yo estoy loca? Echen un vistazo a mi familia.

Leyla ahora se queda a cargo de la tienda, y es quien la organiza. Está molesta porque no le han llamado aún y desquita su coraje diciendo que por culpa de mi mala administración la tienda se está yendo a la quiebra.

Ni hablar de la pérdida de tiempo cuando Alper me vio. Creo que su enamoramiento es algo más como una costumbre e idealización de su parte. Yo nunca le he dado una razón para que piense que puede haber un futuro entre nosotros.

En el fondo le tengo cariño, pero no es alguien con quien quiera pasar el resto de mi vida.

El día de hoy espero haya el menor contacto posible con el señor Can. Sigo apenada por lo que ocurrió ayer en la noche en su casa.

Justo una calle antes de llegar a la agencia, veo al señor Emre bajando de su auto y me detengo de inmediato.

 Seguro va a despedirme.

Cuando paso a su lado saludo tímidamente y sigo mi camino, pero él me detiene solo para  reiterarme que debo trabajar duro y hacerlo de manera correcta. 

Sé que no es algo difícil, pero una persona como yo a la que la persiguen las desgracias, suponía algo más de esfuerzo.

Al entrar al edificio Guliz me cause un poco de gracia verla haciendo algunos gestos como si hablara con alguien. Es evidente que está en un vestuario de azafata y quiero entender que todos esos movimientos son por actuar como una.

—¡Sanem, buen día! ¿Cómo me veo? —amplía sus brazos y da una vuelta sobre sí misma.

—¡Muy bien! ¿Te asignaron un proyecto?

—Sí, vamos a grabar un spot para una aerolínea.

Ese era el proyecto que el señor Emre me encomendó hace un momento. Proyecto que su hermano solo permite que básicamente 3 empleados vean. El problema con ello es que el señor Can está dispuesto a elevar la importancia de la agencia para así venderla a un mayor precio.

Por un momento la conversación muere y veo su mirada fija en mi rodilla lastimada. Antes de que pregunte, me apresuro a responder y tan sólo le digo que me tropecé.

Abro mi pequeña mochila y le muestro un par de hojas.

—Guliz, necesito tu ayuda. ¿Podrías señalar los hombres con barba que asistieron a la ceremonia? Sólo los solteros.

Ella sonríe y enarca una ceja juguetona.

El ser la chica de los recados me permitía estar por toda la oficina así que gracias a las copias adicionales que había sacado aquella noche  JayJay, conseguí los nombres de los invitados.