El albatros y el fénix (Adaptación escrita pájaro soñador)

Capítulo 3. En busca de Albatros.

Sanem.

Después de aquella noche en el teatro, mi cabeza ha estado en las nubes. Quizá se pueda pensar que besar a un completo desconocido de manera accidental puede ser una sensación no agradable, pero en mi caso fue lo más mágico y emocionante que ha ocurrido en mi vida. Incluso mejor de lo que he leído en algunos libros, es como un sueño.

Ayhan también era una romántica que escondía esa faceta a los demás, pero al platicarle todo lo sucedido, me dijo que casi era la historia de cenicienta, y desencadenó toda una historia que armó ella sola en cuestión de minutos.

No sé quién es ese extraño, pero lo voy a encontrar, Ayhan me hizo buscarle un apodo y encontré conveniente referirme a él como albatros.

¿Por qué albatros?

Es un ave. Vive en Galápagos y vuela a lo largo del océano azul.

Es un pájaro hermoso.

Pasa el 90% de su vida volando, puede deslizarse en el cielo sin revolotear durante largos periodos de tiempo sin detenerse.

Vuela largas distancias, no tiene horas ni días. Es inteligente, se va a las islas Galápagos sólo por comida. Es como un hombre, elige sólo una esposa para toda la vida. Es como su otra mitad.

Vuelan siempre juntos.

Un amor así. 

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¿Alguna vez han visto esa escena de película donde alguien está diciendo algo malo de alguien y ese alguien está detrás escuchando todo?

Siempre que veía ese tipo de escenas pensaba algo como ¡Qué tonto! ¡No es posible que no te des cuenta que tienes alguien detrás de ti!

Pues... es posible.

Guliz estaba hablando con Jay Jay sobre el señor Can. Ya que ella sabe absolutamente todo, comentó que al parecer el señor Can en lugar de retomar sus viajes se quedaría a torturar un rato al personal y después vendería la empresa.

He escuchado algunos comentarios en su mayoría nada favorables sobre el señor Can así que ya que jamás había hecho una aparición en la empresa o como hijo del dueño llega a la hora que quiere, no dudé en dar a conocer mi opinión. El problema es que después de hablar todo aquello, el señor Can estaba detrás de mí y me di cuenta en la peor parte. Sólo a mí se me ocurre decir ¿Quién es el señor Can?

Mi corazón comenzó a palpitar lento en el momento en que él apareció justo al lado de mí, mirándome sin decir nada, respondiendo a mi pregunta.

Hablar de tu jefe y que te escuche no es nada favorable.

Se debe reconocer que era bastante guapo, a pesar de esa mirada fría que me inquietó.

Preguntó por mi nombre y repetí en dos ocasiones Sanem. Toda esta situación me puso bastante nerviosa.

Nos convocó a una reunión minutos después. Decir que era un engreído es muy poco comparándose con el hecho de cómo se puso cuando pidió un simple té, su actitud dejaba ver que, si no conseguía un té, tendríamos que soportar diez veces más su mal humor. Pidió dos vasos de té para él, al menos eso pensé. El señor Can me sorprendió al pedir que me dieran uno de los vasos después de quejarme que aquí me habían dicho que no habría otra opción más que café.

Después de que terminó su reunión me quedó un sabor amargo por su última actitud hacia a mí.

Cometí un error, bueno, otro error y eso fue levantarme al escuchar "puede salir de la oficina". Demasiado tarde me di cuenta que no era una indicación, sino una invitación ante la supuesta situación de un espía en la oficina.