Capítulo 13. Un interminable adiós.

648 28 10
                                    

Sanem.

—Sanem despierta —escucho a mi amiga Ayhan, pero me pesan los ojos.

Me acurruco un poco más alzando las cobijas sobre mi cabeza, y me giro de lado contrario.

—Lo último que debes hacer, es sumirte en una depresión. Amiga, debes levantarte.

Muy a mi pesar abro los ojos y bajo la cobija.

—No quiero hacer nada Ayhan. Todo es culpa del señor Can.

Ella frunce ligeramente el ceño y niega con su cabeza. Ya sé lo que piensa: "Fuiste tú quien le pidió que se fuera". Lo sé pero, no es lo que quería. Es lo que debía hacer.

—Puedes retomar el trabajo, aún no has firmado nada.

—No —dijo con voz firme, sentándome sobre mi cama —No voy a volver al trabajo, el señor Can...

El sonido de un ligero golpeteo sobre mi ventana, como si alguien arrojara piedritas. Ambas nos miramos confundidas y no dudo en pararme de mi cama y caminar hacia la ventana.

—¿Crees... —sonrío ante la idea que tengo en la mente —¿Crees que pueda ser el señor Can?

Digo sin recorrer la cortina aún. Mi amiga se encoje de hombros pero me hace una seña para que lo averigüe.

Cierro los ojos por un momento y respiro profundo para después abrir la ventana y asomarme.

Ahí estaba él, sosteniendo pequeñas piedras en su mano. Sonriendo ampliamente y llenándome de orgullo de ser causante de esa perfecta sonrisa. Me hace una seña para que baje.

Sin dudar, bajo las escaleras y llego a la entrada principal. Apenas abro la puerta, él extiende ampliamente sus brazos y me dejo envolver en ellos.

Suspiro y el mismo ruido me trae de manera abrupta a la realidad.

Incomoda volteo a ver a mi amiga Ayhan y carraspeo la garganta. Una parte de mi siente nervios y mariposas en el estómago. ¿Y si mi sueño es más que una realidad?

Emocionada me asomo por la ventana para encontrarme con la triste realidad.

Alper.

Ruedo los ojos y resoplo gritándole a Alper que se marche. ¡No deja de arrojar piedras y me está golpeando con ellas!

Regreso a mi cama y de nuevo me cubro con mis cobijas hasta arriba.

—Sanem, aún tienes a albatros —bajo las cobijas y la miro con el ceño fruncido —Bueno, no realmente pero quizá deberías enfocarte en ello. 

—Lo único que sé es que fue a la ceremonia de aniversario de la agencia y yo he renunciado. La única manera de encontrarlo será por pura casualidad.

Respondo aceptando mi horrible destino en cuestiones del amor. No puedo estar con ninguno de los dos.

Ayhan está por decir algo pero se ve interrumpida por mi madre que se asoma. Me da los buenos días y me dice que abajo me está esperando mi amigo Jay Jay.

Sin muchos ánimos bajo a la sala y lo primero que me dice mi amigo es que debería vestirme porque debo ir a trabajar. 

Lo que pasa después de que repito que he renunciado, se convierte en un círculo vicioso que nunca acaba. Él por convencerme de regresar y yo negándome.

La realidad es que no tuve oportunidad de firmar mi renuncia formalmente, así que tendrá que ser por faltas. 

Ahora entiendo el por qué el ser profesional en el trabajo es importante pero yo no puedo. No después de todo lo que hecho a la agencia —no sólo al señor Can —mis compañeros pudieron quedarse sin trabajo por mi culpa. Agreguemos que como cereza del pastel, me había enamorado del señor Can.

El albatros y el fénix (Adaptación escrita pájaro soñador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora