[Día 3| Thoma]

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Temática: Countryside

Categoría: fluff

Advertencias: ninguna en concreto

Secaste el sudor de tu frente con una sonrisa apacible

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Secaste el sudor de tu frente con una sonrisa apacible. Hacía calor, pero el esfuerzo valía la pena. Pronto todas las hortalizas terminarían de crecer, saludables y apetecibles. Con ellas, podrías continuar disfrutando de una agradable estancia en tu cabaña hasta que la temporada de plantación volviese a marcarse en el calendario.

Tras unos minutos regando las tomateras, levantaste la mirada y observaste la granja que se alzaba frente a la tuya, a apenas un par de kilómetros de distancia. Era grandiosa, y el edificio se alzaba con majestuosidad, como si, en vez de ser un rancho, se tratase de un hotel de lujo. Era ridículo, un lugar así no debería estar en medio del campo, sino en mitad de la ciudad.

Incluso el nombre parecía contrarrestar con el escenario rural que te rodeaba. 

—Granja Kamisato —dijiste tras poder leer las letras que había pintadas en la entrada. 

El cartel era lo suficientemente grande como para llamar la atención, y no era difícil imaginar que los toques elegantes que había al final de cada letra estaban hechos a propósito. Fácilmente, cualquier persona que pasara por la zona decidiría comprar algunas verduras en esa granja antes que en la tuya. Dicho así, la granja Kamisato era tu mayor competencia, y deberías odiar todo lo que había en ella.

Sin embargo, no lo hacías. Habías conocido a los dos encargados principales de la granja, dos hermanos que, a pesar de siempre haber vivido en la ciudad, habían decidido mudarse al campo para ganarse la vida en un ámbito más relajado. Eran simpáticos, y de vez en cuando quedabas con Ayaka, la hermana menor, para charlar y pasar el tiempo. Otras veces, Ayato se acercaba a tu granja para aconsejarte sobre las mejores cosechas según el mercado.

Pero quien te hacía ser incapaz de odiar las instalaciones Kamisato era otra persona. Un chico de confianza que había pasado de ser el amo de llaves de los dos hermanos a ser su confiable ayudante en el campo. Era el encargado de vender todas las verduras que se cultivaban en su granja, y conocía todo tipo de trucos y estrategias para atraer clientes. 

Extrovertido, simpático y siempre dispuesto a hablar contigo cuando te veía, Thoma era el principal motivo por el que adorabas pasar tiempo cerca de tu principal competencia. De vez en cuando, se acercaba a tus cultivos para ofrecerte una mano, siempre atento a tus necesidades y cuidando de tu cosecha como si fuese la de los Kamisato. Era imposible pedir una mejor vida. 

También era imposible no enamorarte de él.

—¡Buenos días! —Hablando del rey de Roma, Thoma se acercó por las vallas que rodeaban tu granero, sujetando una bolsa de papel en sus manos—. ¿Trabajando desde temprano?

Asentiste con la cabeza, recuperando el aliento. No importaba cuánto tiempo hubiese pasado desde que habías comenzado a trabajar en la granja, el trabajo manual siempre lograba extenuarte.

—Alguien debe encargarse de los tomates. 

—Buen punto. —Thoma te dirigió una sonrisa dulce, mientras que tú te le acercabas para abrir la valla—. ¿Has desayunado ya?

—No he tenido tiempo. ¿Por qué lo preguntas?

El rubio accedió al terreno mientras que sacudía la bolsa de papel con una sonrisa afable.

—Ayer fui de compras a la ciudad y pensé en traerte algunos dulces. Supongo que no te importará desayunar conmigo, ¿no?

Negaste de inmediato. Más bien, poder compartir un momento tan doméstico con él era un sueño hecho realidad. Pero no podías decirle eso, y tampoco podías dejar que tus ansias te dominasen, por lo que trataste de sonar como una persona normal.

—Claro, algo de compañía nunca hace daño —contestaste, mimetizando la sonrisa que te dirigió. 

Parecía incluso más emocionado que tú, alegre de que no le hubieras echado todavía de tu granja solo por ser parte de la competencia. Aún recordabas tu primer encuentro con él, y lo difícil que fue convencerle de que no te importaba que trabajase para los Kamisato. Si él quería ser tu amigo, tú lo permitirías. Si él quería venir a tu granja a pasar el tiempo, tu casa siempre estaría abierta para él. Y si él quería desayunar contigo... Bueno, la respuesta estaba más que clara, después de todo.

Quizás algún día podrías decirle que te gustaba, y que preferirías ir a una cita con él antes que simplemente tomar un desayuno y luego tener que volver a verle desde la distancia, ansiando otro momento a solas que no involucrase vuestro trabajo como granjeros. 

Pero, por ahora, podrías continuar disfrutando de esos momentos dulces con él bajo el Sol y el cielo azul.

Pero, por ahora, podrías continuar disfrutando de esos momentos dulces con él bajo el Sol y el cielo azul

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AUgust [Genshin Impact x lector/a]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora