AUgust [Genshin Impact x lector/a]

[Día 29| Beidou]

Temática: Where It all went wrong

Categoría: hurt/comfort

Advertencias: ninguna en concreto

La vida de pirata no estaba tan mal. Te habías acostumbrado a la tripulación, y te habías avenido con la mayoría de sus miembros, especialmente con Xinyan y Kazuha. Sin embargo, tenías que admitir que quien mejor te caía era la capitana Beidou.

La Flota Crux Meridianam se había convertido en tu hogar. Después de largos años vagando sin rumbo fijo, lograste encontrar un lugar entre su tripulación, todo porque la capitana te había encontrado en el puerto de Liyue, con la mirada fija en el cielo y algunas lágrimas cayendo por tus mejillas.

Recordabas la amabilidad de su sonrisa, la calidez en su ojo rubí y la familiaridad con la que te ofreció unirte a ella en su tropa de piratas. Era agradable. Sin lugar a dudas, ese momento se había convertido en una de tus memorias más preciadas, y siempre que tenías un mal día, tratabas de acordarte de ello para tranquilizar tu corazón.

Cuando eras más joven, no sabías qué clase de vida le deparaba a alguien que permanecía en el mar constantemente. Habías escuchado rumores de piratas crueles y despiadados que no temían manchar sus manos de sangre en los robos y asaltos, por lo que durante una buena época los temiste. No te acercaste a la playa en muchos años, pero cuando tus condiciones te forzaron a vivir como errante, el muelle era tu lugar predilecto para pasar el tiempo. 

Al fin y al cabo, las olas del mar parecían borrar tus preocupaciones. Lo que no esperabas era que encontrarías a la capitana Beidou sentada en tu punto habitual, tomando una botella de licor con cierta melancolía en su rostro.

Desde que te uniste a la tripulación, habías tenido que perder a decenas de compañeros. La vida como pirata era tan cruel o más que la que habías imaginado, pero no para los rivales de la flota, sino para sus propios tripulantes. Beidou tenía una extraña manera de dirigir la embarcación, y se negaba a matar a gente inocente, lo que culminaba con la muerte de sus iguales. De ese modo, aprendiste que sus escapadas al muelle, cuyo único objetivo hasta ahora parecía ser emborracharse, eran su homenaje a los caídos. 

—¿Sabes por qué te ofrecí lugar en el barco? —te preguntó una tarde la capitana, horas antes de que la embarcación pudiese embarcar en un puerto lejano, a las orillas de una isla de la que se extraían frutos excelentes. 

Al parecer, ella quería reabastecer el inventario del barco antes de salir hacia aguas más frías en las que estaba el hogar natal de uno de los tripulantes que, debido a la edad, no tardaría mucho en morir. Te parecía un acto muy noble saber que la capitana estaba dispuesta a perder recursos y gastar su tiempo en cumplir la última voluntad de aquel camarada, quien deseaba volver a ver a su familia más que nada en el mundo.