• Capitulo 11 - Sombras del pasado y un presente agotado.

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El suave viento de la tarde acariciaba la hierba y mi rostro, el sonido de las olas a lo lejos llenaba el aire. Me hallaba en aquella colina, inmóvil, observando.

El cabello dorado de la joven, sentada bajo la sombra de aquel solitario árbol, relucía como hilos del más fino oro, con un brillo fascinante e inmaculado. Las hojas del antiguo cerezo bailaban al unísono con los verdes pastizales que embellecían el nostálgico escenario, creando un escenario mágico sacado de mi más profunda memoria.

El sol derramaba su luz sobre las hermosas flores que coloreaban el paisaje, una vista que había estado ausente en mis pensamientos por un largo tiempo.

No había rastro de animales en el extenso prado, no junto al único árbol que hacía frontera con un acantilado.

La joven, aquella bella mujer, apoyada en el madero, tarareaba una melodía alegre con una voz armoniosa y enérgica; sonando en mis oídos una canción que no escuchaba desde hacía mucho.

Su eufórica emoción llenaba el ambiente, infundiendo color al mundo con su canto.

Una emoción indescriptible me invadió, y mis labios se curvaron ligeramente al escucharla.

Su hermoso rostro se iluminaba con una cálida y cariñosa sonrisa, y sus ojos dorados reflejaban la calma del océano cercano, prístino y pacífico.

Estaba cautivado por esa maravillosa imagen.

La dicha que emanaba de ella, mientras acariciaba su vientre abultado, no podría describirse con palabras.

Nunca olvidaré lo felices que éramos en ese entonces.

Mientras la observaba desde lejos, los recuerdos inundaron mi mente. Voces me llamaron y sentí una sombra acercándose a tomar mi mano.

En ese instante ella giró la mirada hacia mí, mostrándome una bonita expresión sorprendida, y nuestras miradas se encontraron.

-¡Oh, Cariño!, ¿Cuando aparecist...? -exclamó de manera incompleta, había quedado momentáneamente paralizada al verme.

-Cariño, ¿por qué estás... llorando?, ¿estás bien?, ¿Qué pasó? -sentí un tirón de mi alma que gritaba que me despertara.

Destrozado y abrumado, un nudo se formó en mi garganta. La vi mirar mis ojos llenos de... lágrimas, algo que sinceramente creí nunca volver a experimentar.

Sus manos pálidas y delicadas, en algún momento pudieron tocar mis mejillas. Ella intentaba secar mis lágrimas con un pañuelo que había sacado de quién sabe dónde. La veía angustiada, preocupada.

No sabía qué responderle.

No... eso no era.

Yo lo sabía.

Lo sabía muy bien. Sabía cómo me sentía en ese momento. Sabía lo que quería decirle, y cuánto quería decírselo.

Pero...

Con ternura, aparté sus manos. La miré directamente a sus ojos dorados, preciosos, y en su mirada cálida, pude ver un instante de comprensión.

Cerré lentamente los párpados.

...Sé que esto no es real.

Sentí un pequeño cambio en mi entorno, la energía magica fluctuó, desestabilizandose y soltando su influencia sobre mi.

Dejé caer la mano que había alzado.

Muy lentamente volví a abrir mis ojos, ya sabiendo lo que me esperaba.

Y, efectivamente, el mundo que me rodeaba.

Era completamente blanco.

***

-¿Él acaba de...? -Escuché la voz de una mujer familiar.

-Liberarse. -Una respuesta vino de la misma dirección, un hombre que también ya se me había presentado.

Primeramente, me sequé las pocas lágrimas con una mano, respiré hondo y luego levanté la mirada.

Ahí, en el espacio blanco interminable que nos cubría a los tres por igual, estaban los dos arcángeles responsables de todo esto.

Resplandecientes, dos pares de alas se desplegaron tras las figuras anteriores que había conocido; Sophiel de la esperanza y Faztrael de la verdad, portaban armaduras celestiales por igual.

-Magia de ilusión, eh...

Una magia de origen común en tiempos de las Eras olvidadas, pero ciertamente muy problemática a la hora de que un portador de la verdad la use.

-Una extensión de espacio imaginario crea un vacío aislado de la realidad principal, que comparte las mismas características del usuario que la haya desplegado; para el arcángel de la verdad que también es el portador de la magia de origen: ilusión, no sería extraño que tocara un lugar que hiciera realidad cualquier fantasía. Ciertamente, algo muy problemático. -Hubiera sido muy peligroso si no fuera porque mi percepción y ojos vieron a través del truco.

-Veo que conoces la técnica... como era de esperarse. -habló Faztrael; las placas de su equipamiento empezaron a brillar gradualmente en una liberación de poder mágico notable debido a la energía imbuida en las líneas doradas de su traje, su casco se cerró en preparación para la batalla y sus alas se disolvieron en luz mientras descendía a tierra, a mi altura. Una aureola se formó a su espalda conforme seguía hablando.

-Pero eso no será suficiente para librarte -Él se acercó lenta y peligrosamente hacia mí mientras Sophiel se mantenía al margen. -. Pareces conocedor, así que supongo que sabrás el nombre de la siguiente habilidad.

Extendió su mano hacia mí, y...

-El antiguo dragón, Rui conocido como humano, {no puede usar magia en su estancia en este lugar}, {él es incapaz de escapar en mi presencia.} -declaró.

Pude llegar a sentir como una restricción celestial caía sobre mi cuerpo, a la vez que una gran parte de la energía mágica del arcángel abandonaba su cuerpo.

Sin duda alguna eso fue...

-[Discurso de la verdad irrefutable], la habilidad innata del arcángel de la verdad.

Que no haya usado palabras que me hicieran un daño físico directo significaba que su capacidad no podía superar mi cantidad de energía mágica. Pero aún así...

-Sin magia, eh. Astuto.

Apreté y cerré el puño mientras dirigía mi atención a la otra participante que se había abstenido a hablar de nuevo.

-¡Es tu turno, Sophi! -gritó a lo que pude notar como conjuraba otro hechizo de ilusión.
Decenas de lanzas de oro se materializaron en el vacío blanco. Al mismo tiempo, la nombrada respondió.

-Entendido. -Y de la misma manera, su armadura blanca brilló y sus alas desaparecieron; una aureola se hizo presente sobre su cabeza y en sus manos aparecieron dos armas, una espada dorada, y... un arma celestial.

-Lo siento, pero habría sido mejor que te hubieras dejado llevar por tus deseos. -Es lo que me dijo, y ella cargó contra mi.

Al instante exacto, las lanzas también se dispararon.

Faztrael quedó fuera de mi visión, destellos dorados se me acercaban, y una hermosa espada dorada, portada por una valquiria angelical, amenazaba con alcanzarme.

Y de la única manera que pude reaccionar a ambos ataques fue...

Corriendo para esquivar lo más posible.

Resplandor: la historia de una niña celestial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora