• Capitulo 9 - Faztrael, el irrefutable, y Sophiel, la destellante.

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—¿Sabes de eso? —preguntó Sophiel, quién sabía de la leyenda solo desde hace poco y ciertamente no se imaginó que fuera real hasta que Faztrael se lo dijo, y la trajo a esta misión para ayudarlo a "proteger" al objetivo. El vigilante, humano o lo que fuera, por otro lado, ella suponía que sería ajeno al término, después de todo ese tema es algo que no incumbe al mundo humano, solo relacionado a razas mágicas.

—¿Sobre la hija del sol? Claro, he conocido a varias. —Los ojos de Rui no se habían apartado de los dos ni por un segundo, él ya suponía que en algún momento estos seres vendrían a buscarla, y con lo último dicho eso quedó confirmado. Ellos jamás dejarían a sus anchas un poder tan potencialmente devastador y útil, en especial si era uno de los suyos. Lo extraño era que vinieran a él "buscando ayuda".

—Como se esperaba de un dragón, la raza más longeva, el intervalo de tiempo entre el nacimiento de una portadora y otra no es tan corto como para que alguien de nuestra especie pueda presenciarlo, pero veo que tú sí lo has hecho; eres mucho más antiguo de lo que creía. —Los ojos del arcángel de la verdad se estrecharon ligeramente, su habilidad más intrínseca le había dicho que el hombre no mentía. Incluso soltó que sabía sobre la verdadera identidad de Rui para ver qué reacción tenía, pero a este no pareció importarle.

—¡Espera!, ¿varios?. Faz, ¿no habías dicho que el intervalo entre cada ciclo era de miles de años? —La joven arcángel también se dió cuenta, muy adentro en su interior sonaron las alarmas. Un dragón individual ciertamente era bastante poderoso, aunque eso no significaba nada para ellos "los arcángeles", quienes eran los más fuertes, pero la cosa cambiaba con un solo factor: la edad. Los dragones quedaban muy pocos y yacían ocultos en múltiples tierras, pero entre más anciano fuera, más poder mágico y sabiduría adquirían.

—Así es. —contestó, el castaño tenía un rostro pensativo.

—... en verdad es viejo. —concluyó la chica.

—Ya van tres veces que me llaman viejo, tal vez tenga un par de siglos demás, pero aún soy joven, ¿saben? —Rui intervino antes de que ese tema continuara. La atmósfera había cambiado ligeramente y no tenía un buen presentimiento.

—Supongo... Bueno, eso nos facilita las cosas. Para resumir, el o la descendiente solar no nació en Celesteria como debió pasar. —expuso finalmente el arcángel mayor. Grande había sido la sorpresa de los celestiales cuando se dió el anuncio espiritual por parte de los grandes espíritus de la luz y no sé encontró a la elegida. El faro de la esperanza, que debía brillar con el nacer del ángel solar en tierra santa, no brilló nunca.

—El ángel legendario, la niña que traería la mayor esperanza a su gente, ¿no nació entre los ángeles?. Suena a algo muy irónico. —Rui vislumbró el panorama caótico por el que debían estar pasando ahora los alados para encontrar a esa pequeña, en especial con cómo iba encaminandose la guerra a favor de los demonios, incluso le habían revelado el secreto de su desaparición así como así para pedir su "ayuda".

—¿Cómo estás tan seguro de que es una niña? —interrogó Sophiel con sospecha, quería atar todos los cabos antes de entrar en acción.

—Facil. La descendencia solar casi siempre han sido solo niñas, solo hubo excepción una vez, pero eso es eso, el legado de la habilidad de Amaterasu solo es portado por usuarias femeninas de destino brillante. —explicó el peliblanco, recordaba cuántas de ellas habían nacido y muerto hasta el momento y solo conoció a uno que fuera un niño.

Resplandor: la historia de una niña celestial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora