Interludio: El Pacto Divino.

5 1 0
                                    

Hace eones, en una era de caos y conflicto que amenazaba con sumir el mundo en la oscuridad de las tragedias, se forjó un pacto inmortal que resonaría a través de las edades.

El Acuerdo Divino de las Tres Grandes Razas se conformó con la participación de los seres más antiguos y longevos: los majestuosos dragones, los celestiales ángeles y los nefastos demonios. El tratado se alzó como un hito transcendental en la historia del mundo cardinal. Este convenio marcó el fin de un devastador conflicto que había amenazado con borrar de la existencia a toda la vida en tiempos inmemoriales.

Los líderes supremos de ese lejano pasado, titanes entre sus respectivas razas, se reunieron en un lugar de masacres indescriptibles. El rey demonio Belcebú, soberano de la gula y el deseo insaciable; el rey celestial Miguel, señor de los cielos y la luz divina; y el rey dragón Valyon, el eterno y sabio de los tiempos de arena.

Aquellos tres colosos de la historia se encontraron, discutiendo en la lengua de los dioses, con el propósito de alcanzar una paz efímera y así evitar más conflagraciones de inmensa magnitud que pudieran volver a sumir el mundo en el caos, la muerte y destrucción.

Cuando sus voluntades se alinearon y sus sellos en los rollos divinos se sellaron, las cláusulas del acuerdo quedaron grabadas en la eternidad:

1 - Cese del Conflicto Primordial: Los dragones, ángeles y demonios juraron solemnemente poner fin a esa guerra que había desolado el mundo. Este compromiso se erigió como un recordatorio inperenne de la devastación sembrada por la gran tragedia.

2 - Pausa de las agresiones en la tierra cardinal: El acuerdo divino prohibió enérgicamente a los siete arcángeles y a los siete príncipes demoníacos desatar enfrentamientos personales de vasta magnitud en el mundo cardinal. Ninguno de ellos podría enviar legiones masivas o emprender ataques que condenaran a civilizaciones enteras al olvido. En caso de que la chispa de la discordia se encendiera entre estas entidades poderosas en tierras mortales, el Rey Dragón, como árbitro supremo, intervendría para asegurar que sus batallas no desencadenaran la ruina en el mundo principal.

3 - Limitaciones al Poder del Rey Dragón: Para salvaguardar el equilibrio y prevenir cualquier abuso de poder, se establecieron restricciones en cuanto a la movilidad del Rey Dragón y su influencia en las tierras angelicales y demoníacas. Tanto el Rey Dragón como sus descendientes y súbditos debían tener una causa legítima, como la violación de reglas anteriores o una invitación adecuada, para cruzar las fronteras de otras razas. Estas restricciones aseguraban que los dragones no invadieran territorios ajenos sin justificación.

Una vez que el pacto divino se firmó en las estrellas mismas, una maldición divina cayó sobre las tres razas. Aquella raza que desafiara las reglas sagradas sufriría un castigo implacable, una manifestación del poder de los tres ancestros originales combinados.

Resplandor: la historia de una niña celestial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora