• Capítulo 4 - Por un mundo más mágico.

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Instituto metropolitano de ciencias y bellas artes, Avarel Mizla. Era el nombre de una de las escuelas más grandes y reconocidas de Elaia, con una reputación que se arraigaba desde décadas atrás, durante las épocas de expansión tecnológica, y con un reconocimiento extendido a todos los rincones del país.

Este era el colegio que se enorgullecía de su nivel de enseñanza, desde primaria hasta universitaria, con un campus acorde a las dimensiones del alumnado masivo y con hermosos patios de recreación al lado de sus comedores abundantes. De fondo se veían las montañas en la lejanía y en la cancha de futbol que se encontraba al aire libre, a la vista de casi todas las aulas de cursos menores, estaba una chica, una niña, pateando una pelota.

—¡Oraa! —gritaba corriendo hacia el equipo enemigo, que visiblemente solo estaba compuesto de varones al igual que el propio equipo de la niña. Pero aún así, la rubia solo aceleró manejando el balón con sus pequeños pies, que no vestían más que unos tenis blancos que contrastaban con su falda negra y combinaban con su camisa blanca escolar. Con una agilidad que demostraba que no era la primera ni décima vez que lo hacía, traspasaba entre los demás alumnos sin dejar que le quitaran la ventaja.

—¡Jajaja! —una risa muy divertida salía de su boca mientras corría, con su cabello dorado atado en una coleta y balanceándose, y con su falda dejando ver poco más que sus rodillas ante su entusiasmo.

—¡Quitenle el balón! —gritó un niño que corría intentando alcanzarla, no tuvo éxito. Tan bajita y frágil como parecía Amali era rápida, muy escurridiza.

—¡Defiendan! —gritó otro, mientras veía a los compañeros de la atacante acercándose a la portería rapidamente.

—¡¿Quién es ella?! —uno despistado ni se había enterado de que había una niña en la cancha hasta que la vio pasar corriendo frente a sus ojos.

Amali pateó la pelota, sus delgadas piernas propinando un tiro digno de goleador, pero el balón no iba contra el portero, sino que se dirigía al compañero más cercano a anotar. Coincidentemente ese era Neytan quien ya esperaba tal jugada.

El pelinegro recibió el pase y no tardó más de unos segundos en tirar de nuevo, anotando espectacularmente el tercer gol a favor de los de los de 2-A contra 3-A, ambos de primero de secundaria.

—¡¡Gooool!! —vitoreó emocionada la única chica en el partido. Amali levantaba los brazos, enérgicamente entusiasmada después de que sonó la campana del final del juego. Los chicos del otro equipo y algunos fuera de la cancha la miraban extrañados e impresionados, pero sus compañeros varones la festejaron alegremente como se debía.

En las niñas que observaron el partido nació un sentimiento de respeto, al mismo tiempo que se preguntaron qué rayos estaba haciendo.

***

—No lo pensaste ni un poco, ¡¿no es así, Ami?! —el grito de Tatiana se escuchó resonando por los pasillos entre aulas, reprochando con una mirada aguda a su mejor amiga.

Amali al escucharla tragó saliva y levantó las manos en señal de sumisión, gritando en pánico:

—¡Fue la emoción del momento! Solo quería ir a explorar el patio como te dije, lo juro. —se defendió, pero su uniforme desordenado era prueba de que no había terminado solo con eso, claramente.

Luego del partido Amali se había arreglado de nuevo un poco, pero el sudor y las arrugas en su camisa blanca no se podían hacer desaparecer, cosa que intentó disimular poniéndose su chaleco celeste de la institución.

Resplandor: la historia de una niña celestial.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora