Capitulo 10

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Pasó a pasó

–¿Y qué pasó?– Preguntó Scratch nada más que Molly llegará entregándole su helado

–Me pidió que le hiciera un retrato

–Molly, no te onfedas pero tus dotes artísticos no son tan buenos. Al menos no para uno realista

–¡Oye! Sean buenos o no, no entiendo porque me lo pidió a mí. Ella tiene el suficiente dinero para contratar a un pintor profesional

–Es una buena cuestión. De todas formas aprovecha y haz eso que siempre haces– Le decía Scratch hablando con la boca llena de helado– Sacar el lado positivo a las cosas y eso

–Eso siempre– Respondió con una sonrisa

La noche no tardó en caer.
Todos en la casa Mcgee se encontraban dormidos execpto Molly. Ella no podía parar de pensar

Pensaba en lo que dijo Scratch sobre si le gustaba Libby. Repasaba los recuerdos en busca de pistas sobre sus sentimientos hacía la chica

Como la miraba entre clases pensando en lo increíble que es y cómo le gustaría estar siempre con ella. En como le gustaba darle la mano y correr hacia algún lugar. En como amaba el sonido de su voz al leer o hablar de algo que le gustase. En lo mucho que apreciaba que le prestase su suéter cuando tenía frío y le encantaba poder notar el aroma de la peli-verde en el.

Sin embargo; para la chica esto no significaba nada y siguió negándolo pero no podía parar de pensado en ello

–Debo irme ya– Dijo Molly a Libby guardando el libro

–Hoy te vas más pronto ¿Pasó algo?– Comentó levantándose del suelo

–Solo tengo que hacer un trabajillo, nada importante

Antes de que Libby dijera palabra una bola de béisbol le cayó directa en la cabeza haciendo que cayera hacia atrás

–¡¿Otra vez?! ¡Siempre pasa lo mismo!– Gritó Scratch– Están huyendo. Iré tras ellos a darles un susto 

–¡Libby! ¿Estás bien?– Preguntó Molly agachándose para comprobar si su amiga estaba bien

–Af...– Suspiro frotado la parte que le habían dado– Estoy bien, solo debo ponerme un poco de hielo

–¡Puedo conseguir hielo!– Dijo levantándose rápidamente

–No hace falta Molly, mi casa no está demasiado lejos

–¡Quédate ahí! ¡Ahora vuelvo!– Gritó ya corriendo sin hacer caso a lo que había dicho Libby

No tardó mucho en volver corriendo como si su vida dependiera de ello con una bolsa de hielo en la mano

–Aquí tienes– Dijo soltando algunas jadeos de cansancio tras la carrera que había echo

–Gracias Moll– Agradeció colocando la bolsa en la parte donde había recibido el golpe– ¿De dónde la has sacado?

–Eso es fácil. Solo tuve que ir hasta el parque de skate, perdirle a Darryl dinero e ir hasta el mercado.

–Pero todos están muy lejos entre sí

–No importan. Necesitabas una bolsa de hielo

Libby soltó un risa y cuando Molly preguntó de que se reía dijo– Esto me recordó a la primera vez que te vi en este parque. Tú estabas desmallada, tuve que colocarte en la sombra del árbol y utilizé mi botella de agua fría para ponértela en la zona del golpe. Deje un rato el entrenamiento para ello

–Ahora ya estamos en las misma. Tú me ayudaste a mí y ahora yo a tí– Contestó Molly ayudando a la más alta a levantarse agarrando su mano

Al levantarse. Molly se quedó unos segundos mirando los ojos de Libby sin decir nada mientras aún agarraba la mano de la contraria

Cuando se dio cuenta de lo que hacía apartó la mirada y se soltó rápidamente con la cara un poco roja

–¿Estás bien?– Preguntó. Aunque ella había recibido el golpe parecía que su amiga estaba rara

– ¡Sí!– Le respondió aún con algunos nervios

–Nos vemos mañana entonces– Se despidió yéndose

–Hasta mañana– Habló en voz baja Molly mientras se racaba el brazo con una leve sonrisa en la cara

Molly tardo un poco en darse cuenta del que el fantasma estaba presente y se sobre salto al darse cuenta– ¿Cu- Cuánto has visto?– Ella sabía lo que el fantasma pensaba y ese tipo de situaciones no ayudaban

–Ohh, no mucho, pero se te han dilatado las pupilas – Contesto el fantasma haciendo tonitos burlones

–... Ni una palabras más de ello. Debo ir a casa a por mís materiales para ir donde Andrea

Tal y como dijo, Molly se presentó en la casa con algunos materiales para hacer el retrato, tales como un caballete, lienzo, pinturas y pinceles

–¡Molly!– Saludó Andrea a la chica al abrir la puerta– Pasa. Te enseñaré donde haremos todo

Molly nunca había interactuado mucho con Andrea así que era una situación algo incomoda para ella.

Al entrar puedo apreciar totalmente lo enorme y elegante que era todo. No paraba de sorprenderse por cada habitación que veía mientras Andrea le guiaba a la sala donde harían el retrato

–Aquí es– Mostró Andrea una habitación grande donde había todo tipo de cosas para ocio

–Wow, esto es enorme e impresionante. Tienes de todo aquí

–Sí, jajaja. Mis padres me compraron todo para que nunca me aburra y así poder subir cosas a mis redes

–¿Y donde quieres hacer el retrato?– Preguntó Molly

–Allí– Señaló la peli-azul

Estaba en una esquina pero tenía una ventana detrás donde daba una luz cálida que hacia brillar una geoda abierta a la mitad colocada en una mesa.

Andrea se dirigió y se sentó en una silla no muy grande donde con un pico poso como si acabara de abrir la geoda

–Así quiero que me dibujes

–Manos a la obra entonces– Contestó colocando sus cosas

Todo fue silencioso. Molly se notaba nerviosa pero a la vez concentrada mientras que Andrea se veía relajada posando sin ningún tipo de nervio.

Ambas chicas solo intercambiaron unas palabras durante el tiempo que paso.

Como era obvio, el retrato no terminaría en un día y el tiempo de ese momento se acabó

–Mh, espero que eso acabe bien– Comento la peli-azul viendo el cuadro

–Acabara bien– Aseguró– Solo debe agarrar forma

–Si tú lo dices– Contestó dando unos pasos hacia otra dirección

–Debo irme. ¿Dejo los materiales aquí o me los puedo llevar?

–Llevalos. Deja solo el cuadro, te conseguiré unos mañana. Nos vemos a la misma hora

–Esta bien– Se despidió Moll

Nada más llegar a su casa abrió el cuaderno de los poemas. No había tenido mucho tiempo para leer pero seguía teniendo curiosidad.
Recordando cual fue la última página que leyó paso a la siguiente

No oír tu voz es todo lo contrario de atroz. Momento de paz en el que puedo estar sin antifaz y ser yo. Nadie me ve, nadie me juzga. Es ser una tortuga que puede salir del caparazón. Mi corazón se saca las dagas que tú clavas y respira sin temor.

–¿Tortugas?–Pensó– A Libby le encantan, también le gusta bastante la poesía ¿Podría ser que Libby haya...? Nah, se lo enseñe y no me dijo nada al respecto

Continuará...

¿Que les parece la historia?

La Elección del Destino (mollibby) (The Ghost And Molly Mcgee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora