Capitulo 18

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Molly estaba totalmente feliz. Después de tantas cosas, de algún modo, lo había conseguido. Una relación con Libby ya no era un sueño o deseo, era una realidad.

No se pudo resistir a contárselo a su mejor amigo, Scratch, quién la felicitó por ello, él pensó que nunca conseguiría las agallas suficientes para hacerlo.

—¿Vas ya a tu cita?— Preguntó el fantasma mientras la chica se ponía sus zapatos.

—¡Sí, hoy será un increíble día!— Exclamó alegremente.

—Vete lo antes posible, tu felicidad es demasiada.— Dijo Scratch. Es obvio que Molly desprende alegría pero esta vez era como si estuviera multiplicado por cuatro.

—Te contaré después como me fue.— Se despidió.

Lo que no supo Molly es que su querido amigo soltó algunas lágrimas por su ida.
Estaba feliz por ella pero le dolía ver cómo crecía aunque no lo quisiera admitir.

—¿A donde vamos a ir?— Preguntó Libby caminado al lado de su novia.

—Sorpresa. Tengo unas cuantas cosas planeadas.— Respondió Molly.

Habían ocupado toda la tarde para tener su cita. La primera parada fue el cine donde vieron una película ambientada en la era medieval. Algo que le encantaba a Libby.

Unas palomitas para compartir, refrescos y una gran película que pudieron disfrutar sin problemas.

La siguiente parada fue los recreativos. Juegos de carreras, pistolas y tiros libres de baloncesto bastó para quitar una buena cantidad de dinero y dar un rato divertido.

—Lo has estado planificando bien.— Halagó la más alta.

—Y aún falta una cosa.— Dijo Molly con una pequeña sonrisilla.

—¿Más? ¿Que es?— Preguntó curiosa.

—Todo debe ser sorpresa, ¿recuerdas?

—Vale, vale. Ey. ¿Esa no es una máquina de fotografía?— Señaló Libby.

—Sí lo es. ¿Vamos a sacarnos unas fotos? Como recuerdo.— Sugirió la castaña.

—Claro.— Respondió con una sonrisa.

Serían cuatro fotos. La primera fue con unas sonrisas normales, la segunda haciendo muecas, la tercera enseñando las pulseras de su noviazgo y la cuarta sería una Molly dándole un beso en la mejilla a Libby, le pillo totalmente desprevenida y eso hizo que se captará perfectamente su cara de sorpresa sonrojada. Molly también estaba igual de roja.

Salió un par de fotos. Perfecto para que cada una pudiera tener uno propio.

Siguieron con su cita hasta llegar a una parte poco vista de la ciudad. No había casi nadie por allí por no decir nadie.

Las calles terminaban allí, lo que había después era hierba alta y árboles.

Entre todo eso un camino de tierra estaba marcado. Rodeado por toda la hierba haciendo que no te puedas desviar.

—Molly. ¿A donde me estás llevando?— Preguntó mirando su alrededor mientras entraban al camino.

He de decir que el camino era bonito. Se podían ver algunos bichos sobre las flores coloridas.

—Espera. Esto te va a encantar.— Le respondió pasando por un pequeño puente de piedra.

Caminando un poco más llegaron a lo que Molly quería mostrar.

Una pequeña "casa", que en verdad no era una casa, era una fuente.

Estaba rodeada de flores y enredaderas. Había unas mariposas y libélulas cerca.
Estaba rodeado por muros tapados con vegetación. El agua que soltaba caía en una charca que se desviaba hasta el río. Era hermoso y relajante.

—Wow, esto es precioso.— Dijo Libby al ver el sitio.

—Sabía que te iba a gustar.— Habló Molly orgullosa.— Ven.

Libby siguió a su amada la cuál subió al tejado de la pequeña fuente y ella hizo lo mismo.

—Durante unos segundos, no hagas ningún ruido. Solo escucha y mira.

Tal y como se indicó, ambas se callaron. Se podía oír el bajar del río y el cantó de algunos pájaros. La leve brisa movía las flores y las libélulas se movían de un lado a otro.

—Bonito, ¿cierto?— Dijo Molly.

—Sí, es encantador.— Le respondió Libby.

—Para darle un toque, traje esto.— La castaña sacó el cuaderno misterioso de su mochila.— Te lo he enseñado antes pero solo vimos algunas partes. Creo que este ambiente es ideal para ver más.

—Dejamelo un segundo.

Molly se lo dió y Libby empezó a pasar páginas, encontró una en concreto y le devolvió el cuaderno.

—¿La mariposa del amor?— Leyó Molly el título de aquel poema.

—Oh dulce mariposa, se pidosa, te lo ruego. Te posaste sobre mi corazón y te llevaste sin espera. Considera lo frágil que es, y, siendo sincera, algo así nunca sentí. Es un sentimiento agradable, tal vez, ¿amor? Pero éste me provoca temor.
Necesitaré valor para recuperar mi pobre corazón. Para entregar lo que siento a quien todo provocó.— Recitó exactamente lo que ponía en el poema.

Molly se quedó confusa durante unos segundos, no había tenido el cuaderno suficiente tiempo para memorizarlo. ¿Como se lo sabía?

—¿Cómo...?

—Yo escribí todo ese cuaderno.— Interrumpió.

—¿Y por qué no me lo dijiste desde un principio?— Preguntó Molly feliz por haber tenido razón.

—Me dió vergüenza. Después de decir todo eso, siento vergüenza.— Respondió evitando la mirada.

—No tienes porqué. Esto es increíble Libby, es tu talento y me encanta. Me encantas.— Halagó por impulso, tal vez, siendo demasiado sincera.

Esto dejó a Libby totalmente roja y con la voz un poco temblorosa dijo.— Lo escribí pensado en ti.

Ahora Molly también estaba sonrojada.

—Pero... En ese momento ni siquiera éramos amigas.— Mencionó.

Tenía razón. Cuando Molly obtuvo el cuaderno aún no eran amigas, como mucho eran conocidas.

—Me llevas gustando desde la acampada, Molly.— Confesó la más alta.— No sé cómo pasó pero hiciste que me enamorada de ti y desde entonces todo fue cambiando. Tú has cambiado mi mundo.

Antes esto, nuestra protagonista, solo supo responder con un fuerte abrazo a su novia.— Tú también me gustas mucho.

Molly se acurrucó en el hombro de Libby y se quedaron un rato allí, leyendo el cuaderno y hablando.

La calma...

Continuará...

La Elección del Destino (mollibby) (The Ghost And Molly Mcgee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora