capitulo 22

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Corazón verde

—Hola scratch.— Saludó alegremente Molly al entrar a su cuarto.

—Hola Mo... ¿Y ese suéter verde?— Preguntó Scratch.

—Es de Libby.— Respondió con una dulce voz y una sonrisa tonta.— Estuvimos esperando a que pasara la lluvia y me dio su suéter porque tenía frío.

—¿Sharon o Pete no preguntaron?

—No lo han visto.— Dijo tirándose a la cama.— Sé que debería estar fatal y muy agobiada por todo lo que ha hecho Andrea y todo lo que podría pasar pero no es así. Me siento muy relajada.

—¿Como?

—Pues eso. No estoy súper agobiada o estresada como debería. Por la mañana me encontraba más estresada pero ya no. Pasar el rato con Libby y verla más tranquila me hizo sentir mejor, y su suéter es tan cómodo.— Explicó dándose un abrazo a si misma.

—Supongo que eso es bueno. ¿Andrea no te dijo nada sobre el vídeo o algo?— Preguntó Scratch simulando no saber nada.

—No... Creo al final tú tenías razón, debí ser más cuidadosa y no confiar tanto.

—Ya sabés cómo actuar en la próxima.—Al fantasma le gustaba tener razón pero no quería decirle lo que sabía. Si Andrea era su amiga, trataría de darle alguna explicación.— De momento deberías pensar algo o disfrutar antes de que todo se vuelva agobiante.

—Tranqui, mientras Libby está a mi lado puedo con todo.

Y eso decía relajada Molly, confiaba en poder estar con Libby pero un pequeño detalle de ello es que Molly contaba o había contado con alguien.
Es decir, Molly tuvo a Andrea, aunque fuera solo un tiempo y después le clavara ese puñal, también tenía a Darryl, que no parecía estar en desacuerdo, y Scratch que quería ayudarle en todo. Pero... ¿Y Libby? Durante todo el tiempo ella no tuvo a nadie.

No tuvo a nadie que contarle todo los sentimientos que guardaba por Molly en un principio, en la emoción de sentir que Andrea ya no se burlaba de ella, en dar su primer beso, en una noche llena de emociones donde ni siquiera sabía que pensar. Todo eso, se lo podía contar a ella misma, al viento o a sus tortugas mascotas, y de ninguna de las opciones tendría respuesta.

Y todo lo que estaba pasando no era la exención, de nuevo, todos sus pensamientos no tendrían respuestas aunque fueran dichos en voz alta, pero serían escuchandos por sus tortugas.

—Y es todo lo que ha pasado. No creo que le vuelva a pedir a Molly el jersey, se lo puede quedar pero... ¿Qué hago con mi madre? Creo que aún no se ha enterado pero ¿qué pasará cuando lo haga? No algo bueno, seguro. Quiero a Molly y quiero poder estar con ella. Mi madre no aprobará eso y solo hace falta unos días más u horas para que se enteré.— Terminó de contar a sus tortugas tirándose a la cama.—Si tan solo tuviese alguna respuesta...— Dijo al aire cerrando sus ojos mientras le caí una lágrima.

—¡Cielo, baja un segundo!— Gritó su madre llamándola en un tono preocupado.

Rápidamente la chica se levantó y quitó la lágrima de su cara.

Bajo tratando de estar lo más calmada posible pero la ansiedad la mataba por dentro.

Su madre se encontraba sentada en el sillón del salón, con el móvil en las manos.
Libby se sentó en el sofá que estaba justo a lado del sillón con una pequeña mesa entre medias.

—¿Qué pasa mamá?— Preguntó al sentarse.

—Libby, sé que eres una adolescente y te estás descubriendo a ti misma pero sabes que hay límites, ¿verdad?— Dijo la madre con una cara de preocupación pero tratando de ser delicada.

La Elección del Destino (mollibby) (The Ghost And Molly Mcgee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora