Capítulo II - ¡AH!, ¿ERES TÚ?

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Después del incidente, Briel volvió al lado de aquel extravagante hechicero, pero esta vez, debido a que extrañamente su alma había demostrado ciertos peculiares cambios, el chico se convirtió en el espía de ese hombre, pues había desarrollado la capacidad de borrar totalmente su presencia a pesar de estar justo frente a su objetivo, lo que le permitía conseguir información de gran relevancia para los sucios negocios del hechicero.

Un día en el que Briel había sido llamado ante la presencia de "su dueño", las cosas empezaron a tornarse curiosas.

-Invocado, necesito que hagas algo.

Briel estaba harto, pero no podía negarse ante las tontas peticiones del hombre.

-¿Qué es lo que desea amo Sid?

-¿Has escuchado los rumores de ese reino perdido entre las profundidades del bosque antiguo?

-Claro, el reino de las bestias, se dice que solo habitan criaturas no humanas en ese lugar, por lo que muchos reinos han estado interesados en comerciar con ellos los artefactos mágicos que se hacen allí, ¿quiere que le consiga algo en especial?

El hechicero hizo un ademán para que Briel se acercará frente a él. Al estar cerca, lo tocó gentilmente en sus mejillas.

-No te hagas el tonto invocado, necesito que investigues bien ese asqueroso lugar, parece que no te has enterado de todos los rumores.

Le dió un par de ligeras cachetadas y se volvió a sentar en su asiento.

-Dicen que tienen de protector a una criatura de gran poder, quiero que confirmes ese dato, y que me traigas alguna parte de su cuerpo, puede ser hasta un cabello, lo quiero para poder hacer alguna pócima, sé que la podré vender a buen precio.

Briel solo cerró los ojos y con una dura voz, respondió... -Claro amo Sid, partiré hoy mismo.

Inclinó su cabeza y antes de irse, el hombre lo detuvo.

-No creas que te voy a dejar ir así, sé que eres travieso, tengo que asegurarme de que no vas a cometer idioteces. Antes de irte ve con Mikael, él te preparará para tu viaje.

El chico hizo una reverencia. -Como ordene amo.

Y así, su viaje comenzó en busca del reino de las bestias, el cual se rumoreaba se encontraba escondido en el bosque de las guardianas del viento, no obstante, debido a su gran habilidad para subsistir sin tanto alimento, su capacidad de sobrevivencia y su habilidad especial, el azabache  dió con el lugar dos semanas después sin complicaciones.

Al llegar, miró a lo lejos un tanto preocupado...

-Veo que tienen a varios cornudos como guardianes, ay~ no quería usar eso, me voy a quedar sin energía, pero ni modo, el anciano me va a torturar si no llego con nada bueno.

El pelinegro cerró sus ojos, y al abrirlos nuevamente, pudo desaparecer su presencia sin ningún inconveniente, por lo que entró sin problemas al reino de las bestias.

Briel estaba admirado, pues parecía un lugar muy agradable y tranquilo a pesar de ser el hogar de miles de bestias que eran temidas y repudiadas en la mayoría de los reinos humanos. Al estar tan distraído, cometió un tremendo error...

Su presencia volvía al radar de todos cuando hablaba, por lo que siempre trataba de mantenerse lo más callado posible durante sus misiones, sin embargo, debido al impacto que le transmitía aquel lugar, no pudo contener más sus palabras.

De pronto, como una ráfaga de viento, algo lo tomó bruscamente del brazo.

-¿Cuándo entraste humano?

El amante del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora