Capítulo XXIII - Una bonita hinchazón

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Desde antes de la reunión con las criaturas de los reinos aliados, el dragón se sentía terriblemente inquieto, ya que por alguna razón tenía la necesidad desbordante de sobreproteger al humano, no entendía por qué se había hecho más fuerte ese pensamiento habitual, pero sus instintos lo impulsaban a actuar de esa manera y estar más al pendiente de él, sin embargo, a pesar de su estado de alerta actual, el chico había levantado sin previo aviso una pared invisible entre los dos y aunque quería saber la razón, el pelinegro lo alejaba más.

Sus ojos brillantes se tornaron fríos, su energía se volvía inestable, y aquella sonrisa sincera que siempre quiso atesorar, se volvía inquietantemente falsa, el humano sonreía por compromiso, hasta que... esa noche, por primera vez en mucho tiempo, pudo ver esa sonrisa que tanto amaba y sentir esa radiante calidez que tanto anhelaba.

A pesar de la escena tan provocadora y lo erecto que ya estaba, un golpe de realidad lo desvinculó de sus fantasías...

Preocupado, acarició la mejilla sonrojada del chico, y le peguntó de la manera más calmada posible.

-Escandaloso, ¿por qué esa petición tan lasciva? Estoy preocupado, desde hace días has presentado fuertes malestares, así que no creo que sea conveniente hacerlo, lo haré hasta que te encuentres bien.

Briel se sorprendió, hizo un puchero y ocultó su rostro entre los pechos del moreno, después de algunos segundos, volvió a levantar su mirada e inesperadamente, mordió uno de los pectorales del dragón.

Ryu solo lo observaba perplejo, la reacción del pelinegro era totalmente adorable.

-Briel...

Su voz de pronto de volvió firme, al igual que su energía se tornó más activa, el humano estaba decidido.

La fiereza de su mirada provocó que se erizaran los bellos del dragón. -Estoy bien lagartija tonta, no me hagas repetirlo, ¡QUIERO TENER SEXO CONTIGO!, ¿está mal desearlo? -De pronto su energía bajo, y su mirada se tornó un poco llorosa.
-¿O acaso prefieres a una mujer?

El chico podía lanzar indirectas sin problema, pero el peliblanco, boquiabierto, enseguida le respondió un tanto molesto.

-¡Claro que no!, ¿por quién me tomas niño tonto?

El humano había logrado su cometido, pues el dragón al fin dejó salir sus instintos naturales.

Sin tanto esfuerzo, levantó al pelinegro y con una expresión totalmente sexy, lanzó una mirada lujuriosa.

-Si quieres que te coma...

Sujetó su mano, y poco a poco la acercó a su boca, posó su dedo en sus labios, he hizo un recorrido que provocó que el humano comenzara a sudar por los nervios; después de juguetear un rato, mordió la punta de su dedo índice y con una profunda voz, las cosas dieron un giro peculiar.

Volvió a sujetar la temblorosa mano del pelinegro, y la dirigió a su entrepierna.

-¿Por qué no comienzas por chuparla?

El chico no sabía qué hacer, no podía controlar su agitada respiración, pero, por primera vez en su vida, su lujuria era más que su razón y su pena juntas.

El dragón pensaba en rendirse al ver al humano en ese estado, pero, algo lo tomó por sorpresa, ni en sus mejores sueños eróticos tal escena se había presentado...

Con rudeza, el pelinegro se agachó hasta la entrepierna del moreno, y con una mirada en la que podían reflejarse bonitos corazones, el hombre humano respondió de forma encantadora.

-Tienes razón, no debo ser tan egoísta...

Lentamente desabrochó el zíper del pantalón del peliblanco; sin pensarlo más, descubrió el pene del hombre, y al ver esas venas sobresalientes, aunque con un poco de temor pues nunca lo había visto tan de cerca, puso sus labios en la punta, y pese a que sus labios comenzaron a temblar, su pequeña lengua comenzó a hacer su tarea.

El amante del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora