Capítulo LIX - Un copo de nieve en primavera; Noa

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Los meses pasaban rápidamente entre cálidas risas, aprendizajes, y preocupaciones. A pesar de los miedos que le traían sus antiguas memorias, y ciertas pesadillas que lo agobiaban en ocasiones por las noches, Briel se veía más saludable y lleno de energía en comparación a lo que fue su primer embarazo, pues en esta ocasión, era protegido por su familia, todos sus amigos y compañeros.

Por otro lado, queriendo tratar a Briel con los máximos cuidados y protegerlo a toda costa, ya que no bastaba solo con brindarle energía directamente al abrazarlo por las noches, o evitar separarse mucho tiempo para que no comenzara a sentirse ansioso, el dragón quería cubrir todas sus necesidades, así que siempre que podía, procuraba aprender de pergaminos, libros y los consejos que le daban la abuela Alya y la sabia Eden. Cuando el pelinegro se alejó de él en aquellos tiempos, comprendió que el conocimiento era fundamental para prevenir escenarios negativos.

Incluso superando las preocupaciones del mismo humano, Ryu estaba más que angustiado, pues era la primera vez que trataba con su pareja en ese estado tan vulnerable, por lo que procuraba no tener que salir mucho de casa ahora que Briel se encontraba en la última etapa del embarazo. Una noche, entre regaños y empujoncitos por parte del azabache, el frustrado dragón tuvo que salir por obligación a un festejo al cual tenían que presentarse aquellos con puestos relevantes, ya que el reino y sus aliados habían formado nuevas alianzas con poderosas pequeñas comunidades de bestias.

Gracias a un plan que llevó a cabo para que los gemelos, Ryu y Giri se distrajeran un poco, por primera vez en mucho tiempo se quedó sin compañía en casa, ya que sus cachorros al querer consentirlo y apoyarlo en las labores del hogar, decidieron aprender a cocinar y a llevar a cabo otras tareas domésticas con la ayuda de su tío Orion, así que durante una semana entera, dormirían en el Dandelion para poder practicar y aprender de él, además, como le preocupaba que hicieran un lío en casa del elfo, le pidió a la atenta serpiente que los acompañara para poder vigilarlos.

Después de un rato, el pelinegro se percató del profundo silencio que reinaba a su alrededor, ya que regularmente su casa siempre estaba llena de vida debido a sus animados hijos y a su lagartija, por lo que, pasados unos minutos, una sensación de soledad abrumó su cuerpo y la ansiedad poco a poco se apoderó de su mente. Para contrarrestar esa negatividad, intentó distraerse ideando algunos planes, pero como le dio pereza siquiera intentar iniciarlos, decidió recurrir a la táctica clásica, dormir.

Acomodándose con cuidado en la gigantesca cama que compartía con el dragón, colocó dos almohadas en sus muslos para elevar sus piernas y tratar de evitar los dolores que le daban de repente, pues debido a que se encontraba en los últimos meses de su embarazo, algunas partes de su cuerpo se habían hinchado, entre ellas, sus piernas y sus tobillos.

Media hora más tarde, entre quejidos y rabietas, se rindió, pues, aunque lo intentó desesperadamente no podía dormir, ya que al sentir el aroma de Ryu sin que él estuviera presente, lo hizo sentir más solitario y nervioso.

Fijando su mirada en el techo, suspirando cansado, comenzó a reflexionar.

-Aah~ no puedo dormir, ¿qué haré? Tampoco es como si pudiera trabajar, me lo han prohibido. Mis cachorros y Giri están con Orion, y yo, yo estoy en modo planta, ¿y si los llamó con una piedra transmisora?... pensándolo bien, mejor no, de seguro se regresarían a casa... ¡AY! ¡los extraño un montón! no sé por qué ahora estoy tan debilucho, antes... en mi primer embarazo, hasta podía correr.

Agarrando otra almohada con cierta brusquedad, la colocó sobre su rostro y solo volvió a suspirar desanimado.

– Esto apesta... o mejor dicho, toda la cama apesta a esa lagartija, no entiendo porqué mi cuerpo se siente cómodo entre el olor de ese tonto... ¿qué me pasa?

El amante del dragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora