SEVEN

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Al momento de escuchar el grito desesperado de su hija llamándola, a la ciudad de Darnassus llegaba con un aura que emanaba ira y preocupación en su forma fantasmal, que se sentía incluso antes de que descendiera a los pies del Templo de la Luna, impactando y atemorizando a los habitantes del Gran Árbol con su presencia inesperada en Teldrassil y alertando de sobremanera a los Centinelas, quienes no tardaron en apuntar con sus arcos y dagas a la Reina Banshee, siguiendo las órdenes que tiempo atrás les había dado la Suma Sacerdotisa en el caso de verla cerca.

-¿Dónde... está Tyrande?- le pregunta Sylvanas arrastrando las palabras, mirando a una Centinela frente a ella.

-No tiene nada que hacer aquí- le responde la Centinela- así que le pido que se marche de las tierras Kaldorei.

-No lo volveré a repetir más que esta vez- le dice acercándose a su contraria, hasta tenerla a una escasa distancia- ¿dónde...está...Tyrande?

-Llamen a Shandris- le ordenó la Centinela a otra, luego de unos segundos, para que fuera en su busca.

Sylvanas no quería crear un altercado con los Centinelas y menos quería dañar a quienes les veían sin saber que hacer, por lo que esperó de mala gana a que llegara Plumaluna, aparte  de la situación y no saber de su hija la tenían desesperada; a los minutos pudo ver que la Centinela volvió en compañía de Shandris, quien al verla se sorprendió y sabía que el único motivo que la haría presentarse de esa manera allí, era Nahiara. Pero, ¿cómo se habrá enterado de que no la encuentran por ningún lado?

-Déjenla pasar y vuelvan a sus puestos- ordenó a los centinelas alrededor de Sylvanas, quienes bajaron sus armas cautelosamente, estando atentos a los movimientos de la banshee, y volvieron a sus lugares- ¿qué haces aquí?- le pregunta una vez que se fueron los centinelas, quedando solas.

-Llévame con Tyrande- le dice sin decoro.

Shandris le hace un gesto para que la siguiera sin decir palabra alguna, atravesando la entrada del Claro de la Luna y poder dirigirse a paso apresurado a la estancia donde se encontraba Tyrande, quien estaba empezando a arrepentirse de decirle de aquella manera la verdad a Nahiara; sin embargo, todo rastro de arrepentimiento se esfumó en el momento en que Sylvanas irrumpió con su presencia en ese sagrado lugar.

-¡¿Dónde está mi hija?!- pregunta Sylvanas directamente a Tyrande exaltada y llamando la atención de quienes rondaban los pasillos y que empiecen a murmurar, luego de abrir con sus poderes de forma abrupta las puertas y acercarse de manera amenazante a Tyrande, adelantándose a Shandris- ¡¿dónde?!

-¿Cómo te atreves a aparecer de esta manera en estas tierras?-le responde con otra pregunta, omitiendo lo dicho por su contraria.

-Eso no te importa- se acerca hasta tenerla de frente- ¿dónde está Nahiara?- vuelve a preguntar enfadada por la omisión a su pregunta anterior y con una mirada de clara desesperación y preocupación.

-No tienes el derecho de preguntar por ella- le dice la Suma Sacerdotisa, negada a responder a la Dama Oscura.

-Sí lo tengo- se empieza a desesperar- respóndeme- le exige, pero no es Tyrande quien responde.

- No sabemos donde puede estar- dice Shandris, tomando improvista a Sylvanas, quien esperaba cualquier respuesta, menos esa- no la hemos encontrado, ni los centinelas, ni las lechuzas rastreadoras...

-¿Cómo que no saben donde está?- pregunta desconcertada y preocupada, dejando un poco el enfado con la elfa nocturna, para mirar a la hija adoptiva de su contraria- Nahiara no sería capaz de alejarse de la nada de aquí.

-Tú- le apunta Tyrande acercándose a ella- desde que apareciste, no haz hecho más que haber influenciado en ella para que tome malas decisiones y que desafíe mi autoridad- la mira con enfado y odio- te haz aprovechado de su vulnerable mente- dice ocasionando, nuevamente, el enfado de Sylvanas.

La Hija de la PlagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora