Dolor de cabeza y la boca más seca que un desierto son unos de los cuantos síntomas de la resaca.
—¡NATASHA! ¡DILE AL QUE ESTÉ QUEMANDO EL TIMBRE QUE ESPERO QUE COMPRE UNO!- gritó mi hermana sabiendo que estaba a su lado.
Le di un buen golpe y me levanté como un zombie hasta la puerta donde un hombre de traje esperaba.
—Juro que no he vuelto a contar cartas en las Vegas.- levanté mis manos en señal de inocencia con un ojo cerrado y un mechón de mi cabello quedándose en mi rostro.
—Señorita Romanoff, usted y su hermana deben alistarse para su primer día en el instituto.- dijo el hombre con voz formal y esas palabras me
cayeron como balde de agua fría.—¿Era hoy? ¿Tan temprano?- pregunté algo perdida.
El hombre no contestó, me entregó una llave que venía acompañada de un pequeño llavero con la palabra Audi escrita en el. La puerta se cerró y
yo aún seguía mirando ese llavero, caminé con los pies descalzos hasta la habitación donde Yel se encontraba y empecé a moverla con cuidado
de no terminar con un zapato en la cabeza.Yel tenía un muy mal humor en las mañanas.
—Yel... Tenemos que irnos...- susurré aún moviéndola con algo de miedo.
Ella empezó a moverse y finalmente se giró a mi matándome con esos ojos verdes.
—Necesito una buena razón para que me despertaras de mi lindo sueño donde me casaba con Zoe Zaldaña.- masculló mirándome fijamente.
—Ammm... ¿Es nuestro primer día de instituto?- fruncí el ceño y creo que ella también despertó luego de eso.
—¿Era hoy?... ¡Joder!- exclamó levantándose pero al parecer tuvo un viaje intergaláctico porque casi se me cae la niña.
—Tenemos que irnos.- dije soltándolo y corriendo hasta mi baño.
Yel hizo lo mismo y en pocos minutos ninguna parecía haber tenido una fiesta ayer.
Eso sí, nos tuvimos que colocar lentes de sol, porque ni todo el maquillaje del mundo podría quitarnos las ojeras de mapache que teníamos. Fuimos al estacionamiento y oprimí el pequeño botón que había en el llavero escuchando a lo lejos como la alarma de seguridad se desactivaba. Yel y yo caminamos hasta el lugar donde provenía el ruido y casi se nos cae la mandíbula.
Frente a nosotras había un Audi azul metalizado esperando ser usado, Yel y yo nos miramos antes de caminar hacia el auto y entrar en el.
Tomé las llaves y encendí el lujoso auto admirando por un momento el rugido del motor.
Conduje por las calles de New York hasta el instituto de mi "novia" ganándonos muchas miradas de personas en las calles. Yel estaba
como yo, no se creía que estuviéramos en un auto tan lujoso como este y no se lo creyó hasta que llegamos a ese instituto lleno de niños ricos.Tuve que frenar algo brusco gracias a una paloma que se cruzó en mi camino y eso provocó que los neumáticos sonaran muy fuerte ganándonos la atención de todos los que estában en el aparcamiento.
Estacioné al lado de una motocicleta que se llevó toda mi atención al parecer Yel y yo nos llevamos la atención de muchos al bajar del auto.
Habían chicos muy bien vestidos y chicas muy lindas vestidas con las mejores marcas del mundo sobre su cuerpo. Encendí la alarma de
seguridad y al girar vi a Wanda al lado de las chicas que la acompañaban el día que la conocí. La rubia alta con quien descubrí que la pelicastaña era algo torpe se estaba burlando de ella y yo girando a ver a los espectadores descubrí que me miraban mucho y a Wanda también como si esperaran algo.—Tienes que dar un gran show, Nat.- me susurró Yel empujándome con disimulo hacia las chicas.
¿Que hacía? ¿La besaba? No, me golpearía ¿La abrazaba? Tuve una batalla mental mientras me acercaba a ella y cuando al fin estuve cerca
pude olfatear ese perfume Channel. Lo mejor que se me ocurrió fue:—Hola, Wand.
Escuché como Yel susurraba un idiota dándome a entender que tenía que hacer algo más. Suspiré, me quité los lentes y le dije con la mirada a la chica Victoria's Secret que me perdonara. Tomé su cintura, la acerqué a mi y la estampé un beso en la boca.
El contacto duró como mínimo 5 segundos, suficiente para saber que sus labios tenían un sabor a chicle de mora azul. Me separé de ella y al parecer eso fue suficiente para los cotillas porque se fueron dispersando dejándonos a las chicas, Yel, Wanda y a mi.
Victoria's Secret se quedó mirándome y justo cuando iba a hablar, el timbre sonó y ella suspiró agradecida. Antes de darse la vuelta e irse, me
miró y dijo:—Nos vemos después.
Y se fue con sus amigas, la rubia alta se giró y me levantó el pulgar con una sonrisa. Yel me abrazó por los hombros y también sonrió.
—Esa es mi chica.
Yel y yo fuimos a la oficina del director que nos recibió con una amplia sonrisa y después nos entregó nuestros horarios. Milagrosamente y porque Dios es grande y para siempre sea su gloria, Yel estaba en todas mis clases exceptuando una aburrida clase de baile que me tocaba.
Nos tocaba en el aula 8F y sabrá la Virgen María donde demonios quedaba eso, así que Yel y yo empezamos a andar por los pasillos vacíos en busca de aquel salón. Estábamos tan distraídas que ninguno de las dos se percató del letrero de piso mojado y eso provocó que Yel estuviera a punto de caerse tomando mi mano como soporte para evitar un buen porrazo.
—¿Estás bien?- pregunté acercándome a ella.
—Sí, todo bien.- contestó girando la cabeza en cuanto escuchó unos pasos.
—Estos chicos de ahora no saben leer letreros. Ustedes dos... Si siguen pisando el suelo ya trapeado haré que sean ustedes quienes lo limpien.-amenazó un hombre de cabello negro cargando una escoba.
Era más bajo que Yel y yo, tenía el cabello negro, su piel era blanca y sus ojos de un increíble verde.
El hombre se nos quedó viendo y después nuestras manos aún unidas y sonrió con picardía.
—¡Ah! Lo que quieren es tener sexo. No se preocupen, hay un baño que casi nadie utiliza por el horrible olor de la tubería. Para ser un instituto de ricos, les hace falta llamar a un buen fontanero.- comentó aún con esa sonrisa pícara.
—¿Qué? No, se equivoca señor...- dijo Yel pero fue interrumpida por el hombre.
—No engañes a las canas, niña. Está bien son adolescentes y quieren tener sexo descontrolado en cualquier lugar. Yo también fui joven y aún ahora tengo sexo en mis horas de trabajo.- comentó con una sonrisa que me dio a entender que estaba recordando aquel momento.
—Oh no, solo estamos perdidas, no vinimos a tener sexo.- dije yo soltando la mano de mi hermana.—Además es mi hermana.
—Hubieras empezado por ahí, niña. Ahora he quedado como un loco amante del sexo frente a ustedes.- cubrió su rostro "avergonzado" pero fácilmente pude notar que estaba bastante divertido por la situación.—Ya qué, ¿Adonde deben ir?
—Al aula 8F.- contestó Yel sonriendo ampliamente al hombre.
—Eso está por allí, acompáñenme.- dio media vuelta y empezó a andar con nosotras detrás.—Por cierto, ¿Cuales son sus nombres?
—Soy Yelena Belova y ella es mi mejor amiga y hermana Natasha Romanoff.- respondió Yel por ambas.
—Soy Clint Barton, Clint para los amigos.- dijo dándonos una pequeña mirada
Duramos todo el camino conversando con Clint sobre como casi se casa con el dueño de un casino en Las Vegas totalmente ebria pero que él milagrosamente reaccionó antes de cometer el segundo peor error de su vida, el primero fue entrar a la habitación de sus padres mientras tenían sexo.
—Llegamos jovencitas. Me agradaron, cosa muy difícil teniendo en cuenta que trabajo en colegio de ricos.- Clint sacó una tarjeta de sus guantes y nos la dio.—Llámenme si quieren un trío.
Los tres nos empezamos a reír y nos despedimos de Clint antes de tocar la puerta del salón y prepararnos para nuestra primera clase.
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Pizza con...¿peperoni? | Wandanat
FanfictionNatasha Romanoff ama su trabajo. Pero...¿Qué clase de chica con 20 años dice eso? La respuesta es sencilla. Natasha Romanoff es repartidora de pizza, y lo mejor de ese empleo, aparte de sus grandiosas prestaciones, es que muchas veces hay mujeres jo...