Capítulo 9

971 109 15
                                    

-¿Te lo dije o no te lo dije, mini Romanoff?- preguntó Clint con una gran sonrisa.

-Tenías razón, todos se la creyeron.- Yel chocó manos con él.

Nos quedamos en silencio unos segundos después de reír un poco y de la nada Clint sacó una pequeña bolsa con lo que creo que es...

-¿Eso es cocaína?- pregunté viendo como Clint empezaba a rastrillarlo.

-Nooo que va, es leche en polvo.- Clint rodó sus ojos sonriendo con diversión. Yel empezó a reírse de mi.-¿Quieres un poco, mini Romanoff?

-No gracias, no soy Yel.

-De todas maneras esto no hace nada...

10 minutos después...

-¡UUUUUUHHHH! ¡ARROZ CON LECHE ME QUIERO CASAR, CON UNA SEÑORITA DE LA CAPITAL! ¡QUE SEPA COGER, QUE SEPA MAMAR, QUE SEPA HACERLE MASAJES A MI MAMÁ!

Cantaba a todo pulmón Clint mientras Yel y yo lo llevábamos hasta su "oficina", osea, el cuarto de utensilios de limpieza.

-Joder Nat, ¿Puedes callarlo?- suplicó Yel soltando pequeños jadeos.

Paré un momento a respirar y miré a mi alrededor buscando algo para poder callarlo, lo único que logré ver cerca fue una sartén. ¿De dónde salió? La respuesta está en tu corazón porque yo no tengo ni idea.

El punto es que fui por la sartén y después de mirar varios segundos a Yel y de escuchar a Clint gemir como vaca dando a luz... Le di un sartenazo al conserje drogado.

Entre Yel y yo lo llevamos hasta su "oficina" y lo dejamos allí prácticamente durmiendo y chupándose el dedo.

-Esto nunca pasó, Yelena.- dije tomando aire.

-Ahora solo existe en mi memoria...- Yel hizo una pose dramática mientras el viento de la rosa de Guadalupe hacía que su cabello se le pegara a la cara.

Arruiné su lindo momento dándole un sartenazo en la cabeza.

-Hija de...

-El carnicero.- contesté riendo y guardando mi nueva arma personal.

¿Quién dice que ver dibujos animados a los 20 no es eficiente?

-¿Qué clase tienes, Nat?- preguntó mi amiga tocando su cabeza y haciendo una mueca.

-Tengo clases de baile.- miré mi horario encogiéndome de hombros.

-Yo tengo clase de costura.- dijo Yel haciendo una mueca.

-Ve y me haces unos bóxer nuevos.- le guiñé mientras reía.

Yel me dio un sartenazo ahora.

-Agresiva...- susurré tocando mi cabeza.

-Deberías verme en la cama.- Yel me guiñó dando media vuelta y alejándose a carcajadas de mi.

Caminé hasta el salón de baile, me perdí unas cinco veces pero logré llegar. Allí estaba el maestro de pie con unos feos shorts mostrando sus blancas y peludas piernas, que asco.

Los demás estudiantes, que no eran muchos, estaban calentando. ¡Oh sorpresa! Wanda estaba allí. Víctor Hugo observaba todo sentado en las gradas y yo no me quedaba atrás viendo los esculturales cuerpos de aquellas estudiantes... Wanda me descubrió y me dio con Víctor Hugo en la cabeza.

-¡Auch!- me quejé, para ser una banana daba golpes muy fuertes.

-¿Qué crees que haces?- preguntó Wanda abrazando a Víctor Hugo.

-¿Qué crees que haces tú? Interrumpiste mi momento, Dekta.- me crucé de brazos "enojada", pero no podía gracias a la escena de Wanda abrazando a Víctor Hugo con cariño.

-No me digas Dekta y deja de serme infiel visualmente.- arrugó su frente y yo reí.

-¿Infiel visualmente? No seas payasa. Y te seguiré diciendo Dekta así no quieras.- afirmé tocando su frente y dejando mi sartén al lado de sus cosas.-¿Puedes decirme que hago aquí?

-Pues bailar, Romanoff.- se encogió de hombros.-Aquí aprenderás a no ser un asco en el baile de graduación.

-¿Y si quiero ser un asco?

-Entonces prepárate para ser despedida.

-Uyy, relaja la raja Dekta. Está bien, ya estoy aquí, ensayemos para ese baile.

-¡No es cualquier baile!- me regañó.-¡Es el baile! La noche en la que estaremos juntos por última vez, todos, antes de enfrentarnos a la vida,la noche en la que debemos usar los más hermosos vestidos, la noche perfecta para brillar, la noche per...

-Ya entendí, ya entendí. ¡Es la noche!- hice un arco con mis manos mientras ella volvía a golpearme.

-Vamos con el profesor.- me tomó de la mano y me llevó al frente donde aquel raro profesor seguía haciendo unas muy extrañas poses.

-¡Bienvenidos a su clase de baile! Aquí aprenderán el maravilloso arte de la danza y también aprenderán a no ser un asco a la hora de sacar a bailar a su pareja. El día de hoy empezaremos con el vals que es el momento especial para besar a su pareja.- el maestro estiró sus labios y empezó a besar la palma de su mano.Que escena más asquerosa.

-Haré una demostración con dos voluntarios.- pidió y yo miré a todos los que estaban allí me estaban mirando a mi, cuando giré mi cabeza hacia Wanda ella estaba muy sonriente levantando nuestras manos.

¿Cómo no lo sentí?

-Perfecto, nuestra nueva pareja será la demostración. Vengan, vengan, pasen al frente.- nos pidió y la lunática de mi "novia" me arrastró al frente.

-Lo primero que debes hacer...- el profesor hizo una pausa esperando a que diga mi nombre.

-Natasha Romanoff.- contesté de mala gana.

-Lo primero que debes hacer, Natasha. Es tomar la cintura de Wanda y atraértela hacia ti.

El maestro llevó una de mis manos a la cintura de Wanda y la apegó más a mi. Yo aún seguía con la cara de orto que me enseñó a hacer Yel.

Después de eso, Wanda colocó una mano en mi hombro y la otra la unió delicadamente con la mía. Yo seguí con mi cara de orto a pesar de la cálida sensación que sentía al tener a Wanda tan cerca de mi.

-Otra regla muy importante a la hora de bailar con tu pareja es sonreír, Natasha.- me advirtió el profesor y yo miré a Wanda quien me sonrió con inocencia mordiendo su lengua y eso me hizo sonreír a mí.

El profesor colocó la música y Wanda y yo empezamos a movernos lentamente. Hubo un momento en el que nos dejamos llevar por la música y ahora mis dos manos estaban en su cintura y las de ella estaban en mi cuello. Bailamos, giramos, nos tropezamos y reímos hasta que la música se acabó ganándonos los aplausos de los demás estudiantes. Después de eso seguimos bailando hasta que la clase acabó y nos dejaron ser libres.

-No bailas tan mal como pensé.- Wanda comentó mientras caminábamos por el pasillo.

-Bueno, estoy llena de sorpresas.- le guiñé un ojo con falsa arrogancia y eso la hizo reír.

-Me divertí mucho, Romanoff.

-Yo igual, no fue tan horrible como pensé.

Cuando Wanda iba a hablar, apareció Yel agitando unos bóxer color amarillo como el color de Víctor Hugo.

-¡TENGO TU BÓXER, NATASHA Y COMBINAN CON LA BANANA DE WANDA!

Yel se ganó su segundo sartenazo en el día.

Pizza con...¿peperoni? | WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora