—C-Clint...— tartamudeé dejando el sable de luz en mi espalda.
Yel estaba atrás de mi diciendo todas las oraciones que se sabía y haciendo un círculo de sal para protegerse.
—¿Qué demonios le sucede a Yelena?— preguntó mirando lo histérica que la mencionada se encontraba.
Tuve que darle un golpe para que se calmara.
—¡Auch!— se quejó tomando su cabeza entre sus manos.
—Ten más cuidado, mini Romanoff. Pobre sable.— Clint me quitó el sable de las manos y lo acarició como si fuera un bebé.
—¿Por qué gritaste cuándo llegaste, Clint?— pregunté intentando ocultar mis nervios.
—Porque el alíen gritó, entonces para darle más drama al asunto también grité, pero si quieren seguir jugando a ser Jedi bien por mi. Podríamos jugar las tres y yo diré con voz de robot: “Yo soy tu padre”.
No sabía si Clint se estaba haciendo el loco o de verdad había gritado sin saber que sucedía. Valoraba mi vida así que preferí pensar en la segunda opción.
—No estábamos jugando, Clint. Estábamos en una discusión.— dijo Yel saliendo de su círculo de sal.
—¿Y por qué discutían?— preguntó con interés acomodando su traje.
—Porque Nat... Ella... No quiere admitir que Wanda le gusta.— dijo Yel orgullosa por saber disimular.
—No será más bien...— empezó a decir el conserje acercándose.—¿Qué a ti te gusta mi hija, Belova?
Se me paralizó todo y a Yel creo que se le olvidó respirar porque seestá volviendo morada. Como última opción, agarre el sable de Yel que estaba en el piso y se lo lancé a Clint a la cabeza logrando que cayera noqueado.
—¡¿Qué hiciste?!— exclamó una horrorizada Yel.
—Salvarte el pellejo.— respondí caminando hasta el inconsciente conserje.—Clint... Clint... — llamé dándole unas palmadas en el rostro.
Clint poco a poco empezó a despertar y finalmente abrió sus ojos de golpe.
—¡¿Qué demonios sucedió?!— se quejó tocándose la cabeza.
—Emm... ¿Te caíste y te golpeaste?— dije no muy segura.
—¿Volví a drogarme? Joder, debo dejar esa mierda o terminaré con dos cabezas debido a tanto golpe— empezó a levantarse y después miró a su alrededor. —¿Una estampida de elefantes pasó por aquí? ¿O qué? —Miramos a nuestro alrededor y estaba hecho un asco.—Será mejor que arreglen eso, les ayudaría pero dos cosas me lo impiden: Tengo pereza y llego tarde a la convención de Star Wars.— Clint tomó los dos sables, se despidió y salió de nuestro departamento.
—¿Crees que se acuerde?— preguntó Yel aún mirando la puerta.
—No lo creo, le di con mucha fuerza.— contesté empezando a organizar los muebles.
-Entonces... ¿Le gusto a Kate?— Yel sonrió ampliamente y yo reí al verla tan emocionada.
—Le gustas tanto que me pidió que la ayudara a darte celos.
—No fui la única... — murmuró.
—¿Qué?
—Nada, nada— empezó a silbar mientras recogía los pedazo del jarrón que no recordaba haberlo comprado.
(...)
—¡DESPIERTA!
—¡AHHHH!
Las carcajadas de Kate y Yel se escuchaban por toda mi habitación mientras que esta pobre alma se recuperaba de tremendo susto.
—¿Te asustaste, Nat?— preguntó Yel irónicamente mientras reía.
—Pues con esa cara... — contesté ganándome un golpe de ella.
Se lo devolví y mientras nos dábamos manotazos, Kate nos separó, pero eso no quería decir que no nos sacáramos la lengua cada vez que nuestras miradas chocaban.
—¿Qué haces aquí, Kate?— pregunté mirando mal a Yel.
—Pues vine a visitarlas porque papá se quedó quien sabe donde por andar yendo a convenciones de Star Wars gracias a que el secretario es muy fan de aquella saga.— explicó algo nerviosa mirando de reojo a Yel.
—Ajá... ¿Y la verdadera razón es...?— me crucé de brazos esperando la verdad.
Katw suspiró pesadamente y tomó la mano de Yel para entralazarla con la suya.
—No soportaba más no decirle a Lena lo que siento por ella, así que decidí venir.
—¿Y ya son algo?
-Somos novias, Nat.— respondió feliz Yel besando la mano de Kate
—¡¿Osea que estamos rompiendo?!— coloqué una mano en mi pecho mientra limpiaba una lagrima falsa.
—Fuiste la mejor novia falsa del mundo, Nat— Kate acarició mi mejilla con una divertida sonrisa.
Las tres nos miramos unos segundos hasta que caímos en cuenta de algo.
—¡WANDA!
(...)
Después de llegar con un propulsor en el audi gracias a que íbamos atrasadas, empecé a buscar a Wanda por todas partes. Lastimosamente cuando la encontraba ella no sé por dónde demonios se metía porque siempre desaparecía de mi vista y en las clases simplemente me ignoraba, lo mismo era en el almuerzo.
La última clase era Educación Física pero como estaba lloviendo debíamos ir al gimnasio a recibir la clase. El profesor dijo que jugaríamos quemados y él formó los equipos, en el mío estaban Carol, Yel, Gamora y otros chicos en el equipo contrario estaban Wanda, Pepper, Kate y los demás chicos.
El juego comenzó y la primera eliminada de mi equipo fue Carol por andar pidiéndole disculpas al chico que golpeó en la cara con el balón.
Pepper y Gamora se eliminaron mutuamente y Yel por andar burlándose fue eliminada por Kate. Yo eliminé a Kate y ahora quedaban tres chicos de cada equipo incluyéndonos a Wanda y a mí.
Los ojos de Wanda estaban puestos en mí y ambas tomamos un balón del aire, empezamos a lanzarnos hasta zapatos con tal de eliminar a la otra pero lastimosamente el timbre de fin de clases sonó. Todos fuimos por nuestras cosas y yo le dije a Yel que me esperara en el auto.
Wanda estaba arreglándose la blusa mientras yo me acercaba a ella quedándonos solas en el gimnasio.
—Ese jueguito de te ignoro porque se me da la gana no me gusta.— dije quedándome frente a ella.
—No es mi problema.— contestó tomando su bolso para salir pero yo la detuve.
—¿Qué te sucede? Somos un equipo, debemos trabajar juntas.
—¿Trabajar juntas? No pensabas en eso cuando mirabas como idiota a Kate, ¿cierto?— se soltó de mi agarre y se cruzó de brazos.—Estás echando todo a perder, Romanoff.
—¿Estás así por eso?
—¡¿Por qué más lo estaría?! ¡¿Por qué odio que le prestes atención a otras en lugar de mí?! ¡¿Por qué quiero que tus maravillosos ojos verdes solo me miren a mí?! ¡¿Por qué quiero que me abraces solo a mí?!
Con cada grito Wanda se acercaba más y más hasta el punto de que nuestras respiraciones chocaran. Quería besarla, hace mucho que me muero por volver a probar esos labios.
—Sí... Por eso.— susurré tomándola de la cintura y logrando que nuestros labios tuvieran contacto.
Este beso fue diferente a todos los que nos hemos dado, venía cargado de desesperación como si hubiéramos esperado siglos para podernos besar. Nuestras lenguas se conocieron y nuestras manos tocaron los puntos débiles de la otra.
Fue el mejor beso de toda mi jodida existencia.
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Pizza con...¿peperoni? | Wandanat
FanfictionNatasha Romanoff ama su trabajo. Pero...¿Qué clase de chica con 20 años dice eso? La respuesta es sencilla. Natasha Romanoff es repartidora de pizza, y lo mejor de ese empleo, aparte de sus grandiosas prestaciones, es que muchas veces hay mujeres jo...