Dafne busca diferentes formas de acabar con ella misma, es por eso que esa tarde sus pies se encuentran al borde de la cornisa de la escuela.
Saturno ha estado viviendo su vida por un propósito, lo que lo lleva a encontrarse con ella aquel día.
Pero...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mi nombre es: Saturno Levine. De esa manera me llamo, no tengo segundo apellido al no tener padre... Y damas y caballeros, estoy muriendo.
Si, sí. Pueden continuar haciéndome porras, tengo que ganar esa absurda apuesta con Leonor, el del tumor cerebral. Apostamos cuál de los dos moriría primero, y por el momento, teniendo en cuenta que el cabezón está tendido en cama dependiendo de un respirador, voy perdiendo.
Auch.
Quería ganar al menos algo una vez en mi vida, antes de irme de ella. Irme... ¿Irme de mi vida? ¿Se dice de esa manera? Bueno, supongo que eso en estos momentos no importa. ¿Qué es lo que verdaderamente importa? Mi estabilidad emocional. Como lo pueden notar soy un chico solitario, sin amigos, esperando el momento en el que mi dura enfermedad acabe con mi vida...
¿Creyeron que eso es lo que diría? Pues no caballeros. Soy un chico igual que los demás. Tengo gustos y también hay cosas que no se me dan bien. Y como toda persona de mi edad, quiero explorar. Y no me refiero a explorar mi cuerpo, eso ya lo hago todas las noches; me refiero a explorar el mundo que me rodea. ¿Qué tan grande puede ser lo que no hemos visto? Fotografiar cada uno de esos lugares debe ser fantástico. Lo único que me detiene es que soy pobre y bien parecido, y hasta el momento no me he tropezado con mi ángel de la guarda, de 70 años de edad y que conduzca un Bugatti.
Si, lo único que me diferencia de los demás adolescentes, es que mi tiempo está contado.
—Saturnino, ¿Aún no llega Fine Line? —Me pregunta Joe al entrar a la tienda, mi mejor amigo. Y es negro, y también gay.
El comentario es necesario para que entiendan que las personas bien parecidas como yo, no somos prejuicios. En cambio, podría acostarme con él si su vida dependiera de ello.
¿Escuchaste eso, Dios?, ¿Estás escuchándome? Ten toda mi vida en cuenta para cuando llegue el tiempo del juicio final.
—El álbum de tu novio aún no llega —le digo, antes de sonreírle. La verdad es que había llegado hace una semana, pero si le dijera, esta tienda de discos estaría única y exclusivamente con mi compañía. Y cabe aclarar que me he cansado de crear personalidades diferentes en mi cabeza para poder entablar una conversación.
—El álbum es relativamente viejo, es imposible que no tengan copias —me dice, estirando su puño para que lo choque. Choco mis nudillos con los de él y me encojo de hombros. Miro al fondo de la tienda, en la sección de Rock, y vigilo al metalero que busca un disco—. ¿Qué pasa?
—Nada —respondo, antes de observar al enano gay de nuevo—. Tu álbum llegará pronto, no te afanes... Mientras tanto, ¿trajiste lo que te pedí?
—Si, está en el auto —me informa, antes de que el metalero de antes pague por un disco y se marche. Apoyo mis codos en el mostrador y alzo mi cuerpo, para estar un poco más cerca de Joe.
—Cálmate, histérico. No entiendo por qué tanto interés en unas hojas —me dice, levantando una de sus cejas. Ese gesto me recuerda mucho a la suicida—. Hay una vagina de por medio, ¿cierto? —cuestiona, apoyando sus codos sobre el mostrador. Yo retrocedo, más que todo para evitar que su aliento a cebolla me llegue a la nariz.