Dafne busca diferentes formas de acabar con ella misma, es por eso que esa tarde sus pies se encuentran al borde de la cornisa de la escuela.
Saturno ha estado viviendo su vida por un propósito, lo que lo lleva a encontrarse con ella aquel día.
Pero...
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¿Pueden apagar su mente en el momento exacto en el que las personas empiezan a hablar? Desde pequeño he creído que hay personas que tienen esa fabulosa capacidad de ignorar todo a su alrededor y hacer caso omiso a su mente distraída. Es difícil lograrlo, en realidad llevo más de veinte minutos intentándolo. Por más que pretenda desvanecer la voz del director y la mirada asesina de Cinthya, mi mente me dice que no es momento de ignorar lo que está aconteciendo. Cosa que me molesta, si estuviera en este lugar para que destacarán mi asombroso talento o apariencia, no me molestaría escuchar. Sin embargo, las razones que me tienen aquí son más "delicadas", si se le puede llamar de ese modo.
No considero que nada sea delicado, todo es mera invención del hombre y su necesidad de añadirle características a cada fase de la vida.
—Levine, le estoy hablando —le brindo atención al hombre tras el escritorio—. ¿Por qué hizo eso?
—¿Por qué difundí las imágenes de una alumna y un profesor en la intimidad? —cuestiono, reposando mis brazos sobre la silla. Volteo a ver hacia un costado, más a detalle hacia la derecha, y tanto Cinthya como el profesor de filosofía—cuyo nombre, por alguna razón que desconozco me es difícil recordar—, me miran en ángulos diferentes. Y me atrevería a decir que es perspectivas diferentes—. Quizás para generar conciencia en que, no todo lo que se ve es perfecto.
—Esa no es una razón val...
—Y porque Cinthya intimida a las personas —interrumpo, antes de desviar mi vista de nuevo al frente. A un costado del director, de pie, se encuentra el famoso Marcus Antonio Stoll. El hombre que intenta mantenerme a raya.
—Eso es mentira —se defiende Cinthya.
—Es verdad —me sitúo de pie y descuelgo la cámara de mi cuello. Me acerco al escritorio y le enseño al director las imágenes de hace dos días; en las que se ve a la perfección a Cinthya echándole yogurt a Romero.
Una prueba así no la puede desmentir de un modo tan fácil. Incluso si lo llegase a hacer, hay personas que pueden actuar como mis testigos.
—¿Qué le muestras? —indaga Cinthya—. No le crea, señor. Todo el mundo sabe que está en el club de fotografía, obviamente sabe usar programas de edición.
—¿Editar imágenes desde una cámara? No creo que eso se pueda —indico, mientras siento que Stoll se acerca por mi espalda a observar la fotografía—. Y si esa no es razón suficiente, ahí se ve la fecha.
—¿Ella es Dafne? —pregunta Marcus.
—Sí.
Apago la pantalla de mi cámara y vuelvo a tomar asiento, ahora la mirada del director se centra en Cinthya. Nunca me ha llamado la atención ser un lambe medias. La mayor parte de mi vida me mantuve alejado de cualquier tipo de problemas en los que me podría ver involucrado, sin embargo, creo que antes de irme, sería un buen regalo para la suicida dejarle un poco de calma.