Capítulo 18

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La imagen que ven mis ojos es una habitual

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La imagen que ven mis ojos es una habitual. Aunque es costumbre vestirme de negro casi todos los días, hoy es diferente. El vestido que llega hasta mis pantorrillas carga una sensación de pesadez, al igual que mi rostro. Abandono el espejo de mi habitación, dejando los maullidos del animal atrás. Tomo el sobre con los resultados del concurso y bajo hasta el primer piso, viendo como Dylan ajusta su corbata.

Siempre me pregunté el por qué se va de manera "formal" a los funerales. No es como si tu imagen importara delante de un par de personas que están pasando un duelo. Dylan nota mi presencia y pregunta si estoy lista, a lo que respondo con un gesto. Veo a través de la ventanilla de cocina y noto luz ingresando desde allí. Parece que el mundo no está triste para despedirte, Levine. Me pregunto si eso también estaba en tus planes.

Joe y Rebecca están frente al cajón, el cual a su lado tiene una gran foto de Levine. Allí también están los Fiore y una persona que no conozco: Un hombre con barba de chivo que tiene un tatuaje recorriendo su cuello. Echo un vistazo desde la lejanía y noto a los integrantes del centro de ayuda. Bender, Miranda, Franco, Federico, Patrick, Marcus Junior y casi media escuela también están presentes. No sé si sea hipocresía, o si en realidad sienten que la presencia de Levine hará falta. Para mí la respuesta es la primera, después de tantos problemas ellos no pueden hacerse pasar por sus amigos.

—Vayamos hasta atrás —sugiere Dylan, mientras noto que todo el mundo llora. Incluso Marcus Junior.

Al estar subiendo la colina, noté que mi cabeza no entró en pánico. Por todo lo que este lugar representa, esperaba un algo que me hiciera retroceder. El único obstáculo que tengo ahora, es poder hablarle. El sacerdote del pueblo habla, y cita ciertos aspectos de la biblia que para alguien con poca fe no recuerdo. Yo centro mi mirada en como las espaldas de Joe y Rebecca se mueven por el llanto. Miro a mi lado y distingo a un par de personas más: al director Ramos y al pelicano. Este último me mira y parece querer hablarme, así que desvío la mirada de nuevo al frente y siento la mano de Dylan sobre mi hombro. Creo que hay muchas personas, más de las que esperaba. No sé si a Levine le agrade eso. El religioso deja de hablar, y al no estar ningún integrante de la familia de Saturno presente, todos se acercan a darle el pésame a sus amigos y personas más cercanas. Yo me quedo quieta, sin mover un musculo. No puedo hacer algo similar a lo que Joe hace, lo mío no es hacer un escándalo. Puede que me duela su muerte, pero a él le duele más que a mí, y en todo caso, si no fuera de esa manera, tampoco me permitiría desahogarme delante de todos. Rebecca se da la vuelta y noto que sostiene el maletín de Levine. Todos reciben el pésame, incluso de las mismas personas que catalogaron a Levine como el raro de la cámara. Todo es un ritual absurdo de mentiras.

—¿No quieres verlo antes de que lo entierren? —inquiere mi tío, algo que probablemente no asimilé hasta ahora. Los muertos permanecen debajo de la tierra, siempre ha sido de esa manera.

Pienso en Levine, y en lo que podría haberle dicho de saber que moriría ese día. Creo que mis palabras no hubiesen sido muy alentadoras, y también podría asegurar que él no me hubiera permitido hablar. Lo sé por el modo en el que quiso huir de sus amigos, de su vida, de mí. No podría echarle en cara algo como eso, porque después de todo, soy la persona que tuvo dos intentos de suicidio en un año. Pero imagino que si me desahogaría, le diría que es un egoísta y siempre lo fue. Me incumbió en sus planes y me dio charlas acerca de la vida y me hizo sentir acompañada. Creo que eso es lo que más me confunde y duele de todo esto. Él necesitaba más ayuda que yo, y no pude dársela. No estoy en la capacidad para salvar personas, y él tampoco lo estaba. A todo caso, ¿Cuál era su plan? ¿Hacerme sentir bien para después irse, y sentir que cumplió con su objetivo y que las puertas del cielo se abrirán como un garaje ante su llegada? Me parece algo que Saturno Levine pensaría. Su lógica era sencilla y compleja a la vez, pero eso no lo redime de absolutamente nada.

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