¿Signo de paz?, ¿acaso trató de decirme algo que sólo yo puedo entender?
Quedé estática, no pude seguirlo. Mis pensamientos se contradecían uno al otro, sin saber que rumbo tomar. Vi cuando les entregó a sus amigos un par de sobres, y por la tranquilidad de su rostro al hablar, puedo asegurar que les mintió. Sea lo que sea que les haya dicho, sé muy bien que no les comunicó que esas son sus cartas de despedidas.
Y de igual forma, ¿por qué hacerlo ahora?
Permanezco observando la salida, pretendiendo encontrar una respuesta a todas mis preguntas. Levine nunca ha sido fácil de predecir, y por más que se me cruzan mil y una hipótesis, ninguna tiene la fuerza que me guie hacia la verdadera. Por lo general, que haya discutido con todos el día de hoy, sería algo normal en él. Pero que entregara las cartas le da un giro de 180 grados a todo.
Siento un empujón, uno que me hace avanzar dos pasos pretendiendo no perder el equilibrio. Me doy la vuelta de inmediato y noto a cinco hombres con la chaqueta beisbolera. Bender se acerca a mi posición, hasta estar a un par de centímetros, y yo alzo mi cabeza para ver su rostro.
—¿Dónde está Levine? —pregunta, con tono amenazante.
—¿Por qué habría de saberlo? —replico, viendo a los demás hombres acercarse a Bender y hacer un gran muro delante de mí.
—No te hagas la ingenua, enferma. Sé que te juntas con...
—¡Hey, Bender! —lo interrumpen. Giro hacia mi derecha y miro a los amigos de Levine acercarse a mi posición—. ¿Tienes algún problema con ella? —inquiere Rebecca, ubicándose a mi lado. Su estatura hace que quede cara a cara con Bender. Ambos permanecen observándose un par de segundos, hasta que el hombre decide esquivar nuestros cuerpos y dirigirse a la salida.
—¡Le partiré la cara a tu amigo! —vocifera a un par de metros, al parecer, a los tres. La mujer resopla y después me mira.
—Conozco a su padre. Por eso no me enfrenta —me explica, viéndome directamente. Yo asiento y de inmediato el amigo moreno de Levine me habla.
—Tienes que defenderte. Una patada en las canicas y solucionas todo.
—No lo creo... —replico, contemplando todas las posibilidades en las que puedo morir. Él me sonríe y yo sólo los analizo. En verdad no saben nada de las intenciones de Saturno.
—¿Saben a dónde fue Levine? —inquiero. Rebecca desvía su mirada.
—No sé —responde.
—Seguro fue a trabajar —sugiere Joe—. Aunque desde la semana pasada anda muy extraño. ¿Sabes algo? Últimamente pasan mucho tiempo juntos.
¿Así nos ven todos?
—No... No sé nada —replico.
Todos guardan silencio, y yo sigo la mirada de Rebecca. Está atenta al escándalo que hay entre los pasillos por los comentarios de Saturno. Todo parece estar vuelca abajo. Patrick está hablando con el pelicano, el director habla por teléfono, y si mi instinto no falla, seguro sea con la policía. Marcus Junior no está en la escena, presumo que, limpiando sus pantalones, y a lo lejos terminando el pasillo, está el grupo de porristas consolando a Miranda.
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Saturno
Novela JuvenilDafne busca diferentes formas de acabar con ella misma, es por eso que esa tarde sus pies se encuentran al borde de la cornisa de la escuela. Saturno ha estado viviendo su vida por un propósito, lo que lo lleva a encontrarse con ella aquel día. Pero...