Capitulo #4

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Temprano y de buen humor, me dirigí al apartamento de Hoseok, me había llamado, tenía urgencia por saber lo que había adelantado.
Tenía el título y la idea de lo que iba a tratar: el típico niño rico que queda huérfano de pequeño y pasa por muchos traumas en su infancia, por azares del destino, conoce a la chica inocente y se obsesiona con ella. Y ella, de idiota, se enamora de él.

¿Ocho días de playa, para eso?

Te felicito, Jimin.
Sí, más de lo mismo, pero no había nada que pudiera hacer, es lo que le gustaba leer a las personas hoy en día, pero me diferenciaré por mis originales puntos de quiebre.

Bajé del coche colocándome los audífonos y mi gorra, llevaba unos jeans y una camiseta a rayas de cuello uve para lucir mi bronceado. Acomodé mis gafas para el sol y entré al edificio saludando con una seña al conserje, el ascensor llegó rápidamente y me adentré esperando a que cerrara, cuando el aire salió de mis pulmones, me di cuenta que lo retuve hasta que nadie interrumpió el movimiento de las puertas, pero bufé cuando me llevó al sótano.

¡Odiaba eso!

Me concentré en mi IPod, no terminaba de dar con la canción que me encantaba, cuando el ascensor se detuvo, la puerta se abrió y Jeon Jungkook entró con todo su esplendor. Estaba perfectamente vestido en un traje gris humo de tres piezas, se encontraba hablando distraídamente por el celular, pero su mirada se tranco en la mía dejando sin respuesta a su interlocutor, pude ver como su rostro pasaba del asombro a la irritación y antes que yo pudiera hacer algo, ya me tenía aprisionado entre
su cuerpo y la pared del elevador.
No le importó la persona del otro lado de la línea, incluso no alcancé a ver qué sucedió con dicho aparato, de lo que si tuve plena certeza fue la agilidad con que tomo posesión de mis labios y me arrimó.

Dios mío, ¿por qué este hombre tenía el poder de someterme a su voluntad?

—¡Eres un cobarde!—exclamó Jungkook con voz gruesa y atronadora, soltándome como si tuviese peste. ¿Ahora era bipolar también? —¿Dónde demonios te habías metido? —murmuró entre dientes, deteniendo el elevador.

—¡Qué diablos crees que ha...!

—No juegues conmigo, Jimin —masculló interrumpiéndome, las aletas de su nariz se contraían rápidamente. —Tengo el poder para hacer que tu libro sea una jodida obra de arte o destruirlo completamente como lectura, llevándolo a la más profunda de las miserias literarias. Así que no juegues conmigo, contesta de una buena vez, ¿por qué incumpliste nuestra cita?

—Detén tu derroche de testosterona, amigo —murmuré irónico. —Primero, ¿quién diablos te crees para tratarme así? Segundo, no me amenaces. Y tercero, ¿por qué demonios tengo que darte explicaciones de lo que hago con mi vida? —lo vi apretarse fuertemente el puente de su nariz antes de recostar su espalda a la cabina metálica, pasó sus dedos por sus cabellos y respiró fuertemente.

—¿Por qué incumpliste mi cita? —dijo Jungkook en un tono gélido, dejando entrever su creciente enojo.

—Porque usted se está equivocando conmigo, no soy un cualquiera.

—Te dejaste tocar y masturbar por mis manos.

—Lo que sea, no estaba muy cuerdo ese día. El punto es, que no veo por qué tengo que convertirme
en su "puta privada" para escribir un libro de sexo.

—La práctica hace al maestro y para saber, hay que practicar. Yo soy el mejor maestro que puedes soñar tener.

—¡Sexo, sexo, sexo! Es algo tan... Tan... ¡Maldición! Lo haces ver como algo vital.

—Es algo vital.

—No para mí —respondí rápidamente.

—Porque no lo conoces, el sexo es como una droga, una vez que lo pruebas, tu cuerpo pedirá su dosis.

𝑵𝒊𝒏𝒆𝒕𝒚 𝒅𝒂𝒚𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora