Capitulo #9

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¡Aceptaste, Jimin! ¡Accediste!

¡Mierda! ¿Qué carajos voy a hacer?

Terminar el libro de Andreotti y fingir que estos tres meses que vamos pasar juntos fueron absorbidos por el agujero de la capa de ozono. Los labios de Jeon Jungkook succionaban los míos. Sentía mi cuerpo completamente entumecido, pero mi mente trabajaba muy rápido, confundiéndome completamente.

¿Quería hacer esto? ¿Podría afrontar lo que conllevaba el haber aceptado entregar mi cuerpo a un hombre como Jungkook? ¿Podría olvidar todo una vez que termine?

Tenía la respuesta a esas preguntas.

No, no estaba ni listo, ni preparado. No podía preparar mi cuerpo y mi vida sexual para cederlos a un hombre que deseaba pero que apenas conocía, por más que mis labios disfrutaran escandalosamente frotarse contra los de él.

En mi cabeza, el conflicto alcanzaba dimensiones de una guerra mundial y pasaba de desearlo con todas mis ganas a rechazarlo —a él y a su toque mágico— para después, negarlo todo. Quería algo y no sabía qué. Mi abuelo estaría revolviéndose en su tumba con el acuerdo, la firma le daba poder absoluto de mi cuerpo a Jungkook y me estaba convirtiendo en todo lo que él había despreciado
siempre.

¿Qué demonios había hecho? Caí... Me estaba convirtiendo en un cualquiera como mi madre.

Justo cuando los pensamientos tormentosos llegaban a mí, la lengua de Jungkook pidió acceso a mi boca e interrumpió mis pensamientos, sus grandes y fuertes manos tomaron mi cintura, empujándome cada vez más contra el escritorio, su beso dominante y controlador, era evidente que disfrutaba sometiéndome al vórtice de sus caricias.

Estaba perdido... Completamente perdido.

Mis manos tomaron mechones de sus cabellos, mientras él seguía besándome sin detenerse a respirar y yo estaba quedándome atrás...

¡Dios, Jimin! No te quedes, ¡tienes que seguirlo!

Grité en mi interior, intenté respirar profundamente, mis manos se tensaron en las hebras oscuras de su cabello y lo besé como jamás en mi vida había besado, todo esto hizo que mi sangre se mueva más rápido que mi interior se contraiga involuntariamente, me sentía eufórico, eufórico y aterrado, tenía un miedo estúpido porque temía destrozarme en este camino.

Este hombre me asustaba, me atraía, pero no podía sobrepasar los límites. No, no podía permitírmelo, no podía dejar de pensar en lo que en realidad somos: un maestro y su aprendiz. Esto no era una relación. Esto no era más que sexo de muto acuerdo.

—¿Jimin? —Jungkook murmuró sobre mis labios, su aliento mentolado me llegó de golpe, envolviéndome en un halo que no quería comprender. —¿Jimin?

—¿Mmm? —murmuré sin saber qué decir, en algún momento mis labios habían dejado de moverse.
Los ojos de Jungkook me observaban interrogantes, pero podía apostar mi último sombrero a que mis ojos lo observaban con temor. Sus manos tomaron mi rostro delicadamente separándose un poco de mí.

—Vamos a dejarnos de tonterías, hay que hacer de esto algo bueno —susurró en voz baja, dejando un pequeño beso en mis labios. —¿Entiendes? Tú también debes disfrutar la experiencia.

Le entendía pero, no respondí, dentro de mi cabeza podía escuchar una voz que gritaba como loca
y me decía que era el capitán del Titanic y que iba derechito a estrellarme contra el iceberg.

He aceptado la propuesta, negocié con él cada uno de los puntos del decálogo, pero seguía sintiéndome inseguro y bordeando el pánico.

El efecto de mi ex hará que el naufragio del Titanic sea una jodida cosa minúscula si cuando acabe con esto, dejo que mi corazón se involucre y termine roto.

𝑵𝒊𝒏𝒆𝒕𝒚 𝒅𝒂𝒚𝒔 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora