2. Mal Presentimiento

696 37 4
                                    

—Amor —Llamó Harry a su esposo camino a su habitación dónde sabía que lo encontraría—. Ya ven a... —paró en seco cuando lo vio arriba de una silla frente al closet que compartían así cómo dicho lugar—. ¿Qué haces? —Harry intentó contener una risa. siéndole imposible.

—No te rías Potter —Respondió el rubio bajando con sumo cuidado de la silla no sin antes comprobar que las sábanas estaban perfectamente bien colocadas en la parte superior del closet.

—Nadie se está riendo —Mintió el de anteojos pues enseguida río con ganas.

—Deberías tomar mi ejemplo y ordenar nuestra habitación, qué si no fuera por mi la casa estaría volteada al revés —Harry tuvo la decencia de avergonzarse.

—Tú sabías a lo que te enfrentabas cuando te casaste conmigo —Harry se acercó más a él para poder abrazarlo.

—Me lo hubiera pensado mejor —bromeó el rubio.

Harry por su lado hizo un puchero y Draco terminó la distancia entre ellos cuando le abrazó por la cintura y comenzó a dejar besos en su rostro. El chico más bajo cerró los ojos dejándose hacer.

—Te amo —dijo Draco.

—Yo también te amo —Harry le abrazó muy fuerte, siempre sintió que estando junto al rubio todos sus problemas desaparecerían.

—¿Venías a decirme algo importante o sólo a ver lo guapo que me veo? —murmuró el más alto después de dejar un beso en sus labios.

Harry sonrió y se apartó un poco para mirarle de pies a cabeza antes de responder.

—Todo el tiempo eres guapo amor, pero venía a decirte que fuéramos a comer.

—¿Y sí mejor te como a ti? —Draco volvió a su labor de besar su rostro bajando lentamente hasta el cuello de su esposo.

—¡Draco! —se quejó falsamente el chico que ahora recibía besos en aquella sensible zona.

—Mmmm —murmuró contra su piel.

Harry cerró los ojos y ladeo la cabeza para darle más espacio a Draco, jadeando y disfrutando de las maravillas que su esposo hacía. Él rubio bajó las manos lentamente por su cintura hasta el trasero del azabache el cual apretó.

—Amor... —Harry gimió.

—Me encantas Harry... Harry Malfoy. —murmuró el rubio sobre su cuello.

Desde que se casaron, a Draco le apetecía llamarlo de esa manera pues Harry adoptó con todo gusto y orgullo su apellido con el fin de comenzar de cero y que su apellido tuviera otro significado de ahora en adelante. Detalle que el padre de Draco, Lucius Malfoy desconocía por completo, él daba por hecho que cada uno conservó su apellido pues al ser hombres eso no tenía relevancia, mucho menos era obligatorio, y su hijo optó por omitir dicha información con el fin de no discutir más con él, ya bastante tenía con los reclamos por no aceptar su matrimonio a pesar de que su ahora yerno testificara a su favor en la audiencia en contra de los Mortífagos evitando que la familia Malfoy pisara Azkaban. La detonante aquí fue que Lucius no se salvó de un merecido castigo sentenciado por el Wizengamont, constante en que la fortuna de la familia disminuiría considerablemente debido a la penalización por los daños causados al mundo mágico, que, según lo dicho por el ministro serviría para reparación de dichos daños. Draco le recordaba constantemente que debía estar agradecido por que sólo fuera eso, la otra opción era tener que estar encerrado en una celda el resto de su vida. Pero Lucius no logró aceptar que se había quedado sin un sólo galeón.

Al menos eso fue lo que Draco les hizo creer. La fortuna sobrante qué era todavía demasiada les seguía perteneciendo por derecho, al menos a Draco pues con él no tenían un delito grave que perseguir a diferencia de su padre, y él en un intento de que recapacitara no dijo otra cosa que no fuera lo dictaminado por el ministro cuando este le había dicho que claramente no les iban a quitar toda su fortuna, sólo una pequeña cantidad, a comparación de todo lo que tenían. Esto lo hizo con el fin de que su progenitor comenzará una nueva vida, tal y cómo él la construía día con día junto a Harry.

Sólo Es Amortentia || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora