27. Maldición imperdonable

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Kingsley estaba tan solo a unos minutos de partir a casa luego de un largo día laboral, sin embargo sus planes se vieron interrumpidos ante la llegada de Hermione, Neville, Luna y Blaise, y este último tomando con firmeza a la pelirroja qué minutos atrás había confesado todo.

Cuando el hombre los vio entrar a su oficina tuvo la sensación de qué Ginny Weasley tenía qué ver en el asunto del nuevo matrimonio Malfoy, además no vendría esposada sin razón aparente.

—¿Qué sucede? —Kingsley fue quién tomó la palabra.

—Sabemos lo qué ocurrió con Draco —dijo Hermione.

Shacklebolt se dispuso a escuchar a la chica sobre los recientes acontecimientos de Harry y Ginny, lo cual había sido una trampa muy bien planeada.

—¡Pero es injusto! —se quejó Ginny—. No debieron haber hecho eso, es ilegal señor ministro, ellos deberían irse detenidos

—Qué descaro tienes Weasley, sabía qué eras idiota pero no creí que tanto —escupió Blaise, no se iba morder la lengua por alguien cómo ella.

—Él está de nuestro lado así qué lo qué digas será usado en tu contra, mejor cállate —Hermione había pérdido la paciencia y le dolía actuar así con ella, sobre todo cuando creyó qué Ginny era una buena persona.

—Así es, lo siento señorita Weasley, usted quedará detenida hasta el día del juicio —sentenció el hombre.

Ginny se puso pálida al escuchar su detención, ahora si estaba pérdida pero no sería la única qué pagaría los platos rotos, si por la fuerza confesó, diría todo lo qué sabía, pero antes fue ingresada a la prisión del ministerio. Ahora quedaba la parte difícil, contarle a la familia Weasley lo qué su hija junto a la menor de los Greengrass ocasionaron.

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—Así qué te dignaste a volver —Lucius Malfoy habló arrastrando las palabras.

A Ron le sobraban motivos para lanzarle alguna maldición al hombre frente a él por todo el daño causado y no sólo a ellos, si no a todas las personas qué se habían cruzado en su camino.

—Lo siento padre, compré unas cosas para Astoria y él bebé pero tardé en recibirlas... —sin embargo Ron en su papel de Draco fue interrumpido por Lucius.

El hombre le soltó un fuerte golpe en la mejilla izquierda con uno de los guantes negros qué esa ocasión llevaba puestos y qué Ron no se percató del momento en qué se deshizo de la prenda sólo para golpearlo.

—Vuelves a hacer algo qué ponga en riesgo a tú prometida, tú hijo o a tú madre y juro qué en tu vida tomarás un galeón de la fortuna Malfoy —siseo Lucius

El rostro pálido de Draco se tiñó de rojo tan rápido cómo recibió el golpe, sin embargo era Ron quién ardía en furia, sus ojos le miraban de la misma manera y sin pensarlo llevó su mano al bolsillo delantero de su pantalón en busca de su varita, no estaba en sus planes comenzar una guerra de hechizos pero si no había de otra lo haría.

Por fortuna se lo pensó dos veces, Blaise le advirtió qué Lucius era un hombre de armas tomar y además de confirmar lo dicho por el moreno, no era momento de terminar de una vez por todas con esa situación si querían ganar de manera silenciosa tal y cómo todo marchaba hasta el momento.

—¿Dónde está Na... mi madre —Ron estuvo a punto de decir el nombre de la madre del rubio, sin embargo se corrigió a tiempo.

—A buena hora preguntas por ella —siseó entre dientes, observando a su hijo de forma tan despectiva qué Ron se sintió verdaderamente mal por Draco.

Sólo Es Amortentia || DrarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora