fallin' all in you; hwang hyunjin

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Capítulo treinta y tres:

"Corazón al desnudo"

Hyunjin.

Abro los ojos lentamente y parpadeo un par de veces para adaptarme a la luz que emite el televisor y noto los rayos anaranjados que se esparcen por el salón. Muevo el cuello, sintiendo un poco de tensión y, cuando estoy por llevar una mano hasta ahí para masajear, me vuelvo consciente del ligero peso que me invade medio cuerpo. Arrugo el entrecejo para luego enfocar mi vista en la persona que duerme abrazada a mi tal cual koala y es entonces que sonrío al ver a Steph.

Su semblante tranquilo, sus labios entreabiertos mientras su pecho sube y baja en un acompasado respirar es algo digno de ver, pero las ganas de ir al baño me invaden y temo despertarla con algún movimiento brusco así que busco la manera de moverla sin despertarla. Uno de mis brazos pasa por debajo de su cuello, casi no lo siento pero me obligo a sacarlo lentamente, lo más suave posible, mientras voy deshaciendo el agarre de sus brazos, luego sostengo su cabeza con las manos y de esa manera la sostengo mientras me levanto para luego depositarla a lo largo del sofá. Ella solo emite un pequeño suspiro y luego se acomoda colocando sus manos bajo su cabeza. Yo sonrío al verla y, sin poder evitarlo, llevo una mano hacia un mechón de cabello para acomodarlo tras su oreja. La luz naranja le da en parte del rostro y se me hace una imagen preciosa.

Tal vez parezca un acosador o algo por el estilo pero no puedo evitar tomar una fotografía para guardar ese momento e intentar retratarlo más tarde, tal vez podría volver a dibujar.

Voy al baño rápidamente y luego decido revisar mi celular, iban a ser las 7 p.m., debía despertar a Steph para poderla acompañar hasta casa antes de que mi padre y su esposa vuelvan.

Si me encuentran en casa, solo con una chica, probablemente enloquezcan.

Bueno, será Haseul quien enloquezca.

Casi me da un infarto cuando, de repente, escucho sonar el timbre por todo el apartamento.

Salgo del baño a toda velocidad y veo a Steph sentada y desorientada, mientras se frota un ojo. Puedo ver cómo frunce el ceño al entrecerrar los ojos en un intento por reconocer en dónde está exactamente. Estoy a nada de reírme cuando nuevamente suena el timbre y doy un respingo mientras me llevo una mano hacia el pecho, encontrando a mi corazón latiendo a toda velocidad.

—¡Ya voy! —grito y es entonces cuando Steph voltea a verme y abre sus ojos, yo le sonrío antes de llevarme un dedo a los labios, indicándole que guarde silencio—. Alcanza tus cosas y ve a mi habitación, es la del fondo, iré a ver quién es. —le susurro y ella asiente para, seguidamente, hacer lo que le indiqué.

Entonces yo voy hasta la puerta y me asomo por el ojo mágico para poder saber quién se encuentra llamando al timbre.

Es la señora Choi, una anciana que vive al final del pasillo. Bueno, la mayoría de los inquilinos de ésta residencia son ancianos. Podría decir que soy el único de mi edad viviendo aquí, además de un chico japonés que se mudó hace poco y vive un par de pisos más arriba. De resto, habían solo ancianos o niños de menos de trece años. A pesar de eso, no tenía problema alguno en relacionarme con ellos, podía jugar al fútbol con los gemelos —quienes tenían doce años a lo mucho—, o podía sentarme a beber té con la señora Choi y a hablar con ella como si no tuviéramos más de cincuenta años de diferencia.

En conclusión, no hay edad para las amistades.

Pero, con la señora Choi tenía una conexión un poco diferente, sentía hacia ella un cariño y una admiración bastante fraternal, tal vez se deba a que la señora me conoce desde que soy bastante pequeño y me ha visto crecer o porque ella me recuerda a mamá.