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Capitulo diez:
"Miradas no tan discretas"

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Verifico la hora una vez más en mi celular, dándome cuenta que falta al menos hora y media para las diez y mi desilusión se hace presente, porque a pesar de no estar acostumbrada a éste tipo de salidas —o a salir en general—, la estoy pasando bien. Puede que realmente no encaje con el ambiente pero de verdad no quiero volver a casa.

Por supuesto, al ser una especie de bar-restaurante al aire libre, no tardamos en sentarnos en alguna mesa y pedir algo de comer y beber, aunque sólo Chan y Changbin pidieron alcohol al ser los únicos mayores de edad entre nosotros, aunque Yeji intentó persuadir a éstos para que le dieran a beber un poco.

Changbin estuvo a punto de ceder ante el aegyo constante de la chica si no fuera porque Hyunjin decidió que era momento de intervenir y advertir a su hermana que aún era menor y ésta sólo bufó llamándole aburrido.

Demás está decir que fue muy entretenido.

Jisung por su parte estuvo muy conversador —como de costumbre— y, al ser tan carismático y ocurrente, fue capaz de provocar muchas risas durante todo el rato. Changbin tiene algo de carisma también aunque me hace mucha gracia cada que Chan lo molesta con algún comentario, el chico parece ser blanco fácil para las bromas.

Descubrí que Hyunjin y Yeji son mellizos, pero que aún así el chico es mayor que ella por un par de horas de diferencia. También supe —gracias a Jisung y su enorme curiosidad— que Yeji no va a nuestro instituto y, aunque Jisung siguió preguntando, ni ella ni Hyunjin quisieron decir el porqué.

Pero hace un rato que cada quien se sumergió en su propia conversación, Changbin y mi hermano hablaban animadamente de temas como producción y un sinfín de cosas en las que sinceramente me perdí al no entender de qué iban. Jisung empezó a contar anécdotas de su infancia y ambos hermanos estaban demás entretenidos mientras yo me pierdo en mi mundo.

Por alguna razón se me hace difícil mantener la atención en lo que hablan, me perdí en algún punto de la historia de Jisung, quien contaba muy animado una que otra travesura de su infancia, quizá porque me recordó a la mía.

Mi mente comenzó a divagar entre recuerdos no tan gratos de esa época en la que solía vivir en mi país natal, Australia.

Lamentablemente no tengo muchos recuerdos de los tiempos en los que viví allí, pero los pocos que tengo podría decirse que no son los mejores.

Por alguna razón mi madre siempre ha estado empeñada en que, como única hija, debería ser perfecta. Desde muy pequeña solía vestirme a lo que ella creía perfecto, siempre me obligaba a usar vestidos y hacerme peinados extravagantes —en ese tiempo solía tener el cabello bastante largo—, siempre debía andar en sandalias y me tenía prohibido jugar con otros niños diciendo que una niña no debía andar correteando y mucho menos arruinar su vestimenta.

Yo no entendía porqué mis hermanos sí podían jugar en el parque o con otros niños, mientras yo debía limitarme a verlos correr por todos lados.

Por supuesto que en algunas ocasiones desobedecí, pero siempre hubo un castigo tras eso. Desde encierros en una pequeña habitación que solíamos tener en esa antigua casa, hasta pasar horas de rodillas en el patio trasero, sobre el asfalto, con las rodillas descubiertas y sin techo alguno, por lo que debía soportar lluvias o los intensos rayos del sol. También debía aguantar las ganas de ir al baño o de comer hasta que se cumpliesen las horas de castigo. Y, de no ser porque Chan se escabullía, habría muerto de sed.

fallin' all in you; hwang hyunjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora