¢αηтσ XIV

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Algo le molestaba, parecía ser algo que estaba posado en su nariz, trato de menear un poco la cabeza pensando que se iría más seguía allí, trato de quitarlo con su mano y funcionó unos segundos, pero volvió el malestar.

Al abrir los ojos se encontró con la mariposa de antes, suspiro al verla y la dejo allí un momento, cuando la mariposa por fin se movió de lugar fue cuando al fin pudo levantarse.

Se lavo la cara, la seco y se vistió para practicar de nuevo con el ciervo al cuál le debía una disculpa por haberlo  dejado solo todo el tiempo que estuvo con el dios del viento.

Antes de irse le dio un último vistazo a su habitación, vio los lirios en su jarrón y la citara en un estante, sonrió al ver sus pertenencias más preciadas y salió directo hacia el bosque.

En la entrada pudo ver al dios peleándose con el ciervo, se extraño por verlo pelear con un indefenso animal que no le hacía daño a nadie, con ese pensamiento fue a su defensa.

    — Que sucede aquí? Por qué están peleando? — el ciervo se adelantó y fue hasta el príncipe para ponerse enfrente como un escudo, el dios lo siguió y trato de quitar al animal.

    — Ah? Nada en particular, solo una buena plática. — gruño al no poder apartarlo de su lugar, se alejo esperando que el príncipe lo siguiera.

    — Te debo una disculpa, perdón por haberte dejado tanto tiempo solo, se que extrañas al dios Apolo, yo también, espero que algún día venga de nuevo. — acarició al ciervo, este lo miro bastante melancólico pues era cierto que extrañaba a su amo, juntos fueron hacia el bosque, comenzando con la práctica.

Se había olvidado de que el dios del viento estaba allí, pues siguió su rutina cotidiana, el dios no se quejo, le gustaba ver cómo se desenvolvía el príncipe mientras corría, se sorprendió por la gran condición del espartano pues habían veces en las que casi alcanzaba y se ponía a la par del ciervo.

Al terminar el príncipe muy cansado fue hacia el lago a tomar agua, sudor recorría su cuerpo, el dios al notarlo hizo soplar una cálida brisa que refresco en su totalidad al cansado espartano.

    — Gracias por eso, realmente hace mucha calor... — al ver mejor al dios parecía estar en su forma divina de nuevo, pensó que estando solo él presente se quedaría en su forma normal, de lo contrario cambiaría a su forma humana.

    — Siempre es bueno un poco de viento que acaricie y refresque nuestros cuerpos, en la sombra huyendo del sol. — se sentó a su lado, el príncipe entendió a lo que se refería pero no dijo nada al respecto, miro el lugar, le hacía recordar su pelea con el dios solar.

    — Como se siente ser dios del viento? — quería quitar ese pensamiento de su mente así que prefirió hacer plática con el dios que parecía ansioso por hablar con él.

    — Pues se siente bastante bien, aunque normalmente no estoy solo en el trabajo, estoy con mis otros tres hermanos Boreas, Noto y Euro. — parecía ver a sus alrededores, tomo algunas flores de su alrededor, el príncipe no sabia exactamente que es lo que hacía pero siguió con su plática.

    — Y como son? Son igual a usted? —  el dios junto todas las flores que encontró y comenzó a buscar algo con que amarrarlas.

    — No.. Aunque yo luzca lindo y amable ellos no lo son tanto, el más enojon de todos es Boreas, es bastante gruñón, Euro es melancólico, y Noto es muy serio. — poco a poco iba teniendo forma lo que el dios trataba de hacer, el príncipe pensó en la descripción de sus hermanos, al parecer era el más alegre entre ellos, imagino como trataba de animar a sus hermanos, fue gracioso.

Flor de Jacinto. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora