En esa misma noche el dios del viento estaba de pie al lado de la cama del príncipe, lo veía dormir mientras sostenía las flores que el mismo había hecho volar lejos de él.
Paso su mirada hasta los lirios, con cuidado tomo los pétalos y los arranco del tallo, los pétalos los rompió de manera que parecieran desgarrados, antes de que llegara el amanecer salió de su habitación con las flores rotas.
Al despertarse un aroma dulce lo despertó, el príncipe no sabía de dónde provenía pero era realmente agradable olerlo, fue incluso relajante.
El aroma de dio la fuerza para salir de la cama, al mirar a su lado ya no vio el jarrón con las flores, pero decidió ser optimista al respecto, pues el dios del viento le había prometido que las recuperaría, lavo su cara y se cambió, fue directo hacia el bosque donde esperaba al dios.
Al llegar el ciervo fue hacia el pues estaba feliz de verlo, el príncipe correspondió el saludo, juntos entraron y comenzaron con la carrera, en el proceso se sorprendió de su progreso, habían veces en las que alcanzaba al rápido ciervo, eso lo ánimo más.
La carrera termino más rápido de lo que el esperaría, está vez no estaba tan cansado, se preocupó al no ver por ningún lado al dios, nunca pensó que habían ido tan lejos.
— Llegué! Espero que no me hayas extrañado tanto! — la repentina presencia del dios tomo por sorpresa al príncipe que sin dudar se levantó hasta llegar en frente del dios.
La apariencia del dios no era la mejor pues su túnica lucía rasgada, en su cabello castaño habían múltiples palitos y hojas, parecía algo sucio, mientras sostenía ligeramente los dos lirios o lo que quedaba de ellos rotos.
Su mirada paso hacía las flores rotas en la mano del dios, tomo delicadamente su mano y la abrió por completo, tomo los restos de las flores y los miro triste.
— Espera un minuto. — el príncipe asintió, no sabía realmente que era lo que el dios iría a hacer pero se fue inmediatamente, por su parte él solo se quedó de pie observando las flores rotas, parecía que su hechizo de eternidad había expirado pues poco a poco se marchitaron.
En un minuto el dios regreso, en sus manos había un alajero de marfil, con detalles dorados era completamente hermoso, el dios tomo delicadamente la mano del príncipe que sostenían los restos y los depósito lentamente en el pasillo, cerrando lo con una pequeña tapa del mismo material.
— Perdón por no haber podido recuperarlos en una pieza, pero al menos puedes tenerlos en esto sin que se pierdan de nuevo. — le obsequio el hermoso alajero, el espartano aún seguía triste por su perdida pero debía admitir que fue un lindo gesto de su parte.
Aún no decía nada, solo se sentó al lado del ciervo que se recostó a su lado y poso su cabeza en su regazo, le hizo señas al dios para que se sentará a su lado; el despeinado dios accedió de inmediato esperando alguna reacción de parte del muchacho a su lado.
— Es muy hermoso, donde lo consiguió? — seguía mirando el recipiente, lo sostenía con cuidado pues parecía que se rompería en cualquier momento.
— Fue un regalo que obtuve cuando viaje a tierras lejanas, donde hay el material para forjarlo, pero ahora te pertenece. — seguía esperando, creía que en algún momento lloraría o vería que sus comisuras fueran hacia abajo señalando su tristeza, más eso no paso, seguía serio mirando su regalo.
Dejo el pocillo a cargo del ciervo para que lo cuidara cuando se giro en dirección del despeinado dios que solo veía curioso lo que el príncipe hacía.
— Puede bajar un poco su cabeza, le quitaré los palitos que tiene en su cabello. — el dios no pudo evitar sorprenderse pero asintió, bajo un poco su cabeza, sintió como poco a poco las hojas y palitos eran retirados de su cabellera.
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Flor de Jacinto. (Completa)
Ficción históricaEl príncipe espartano Jacinto practicaba en el bosque, cuando un hermoso dios rubio apareció frente a él, proponiéndole ser su amante. Durante el tiempo que pasan juntos se desarrollaba una competencia donde el joven participaría, gracias a la ayuda...