¢αηтσ XIX

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Fue despertado temprano, pues quería practicar un poco antes de la competencia. El segundo día de los juegos había comenzado y ahora las cosas iban más enserio, está vez no participaría el tímido joven de Mileto, pero si lo haría un joven proveniente de Argos, que presumían era el mejor en la disciplina, esperaba que él lo fuera más.

- Buenos días hermoso Jacinto, estás listo para hoy? - el dios lo miro sonriendo, amaba los momentos junto a él, el espartano se levantó y fue a lavarse la cara y cambiarse.

- Pues algo nervioso, espero ganar hoy también... - tomo la ropa para cambiarse y miro al dios haciéndole saber que saliera pues necesitaba algo de privacidad.

- No te preocupes, tenemos lo mismo! - espero que pudiese convencerlo, el príncipe frunció el ceño, derrotado el triste dios salió de la habitación.

Cuando por fin salió comenzó a quitarse la ropa, hasta que un ruido lo asustó, el dios Céfiro había llegado a su ventana tratando de quitarse una soga amarrada a sus piernas.

El príncipe se tapo con lo que tuvo a la mano, aún así no fue suficiente pues el dios al alzar la mirada presencio gustoso la escena. - Que buena bienvenida, Jacinto.

Por el alboroto el dios entro, enojado tomo al dios del viento y salió por la ventana, estaba apunto de golpearlo, el asustado chico solo pudo cerrar la puerta y terminar de cambiarse, dejaría que se arreglen ellos solos.

Salió de su habitación, unos guardias le informaron que su competencia sería más en la tarde pues sería la última del día, así que se lo tomo con calma, parecía no haber muchas personas así que salió a practicar un poco con los halterios pues no había practicado con ellos.

Al llegar al lugar de práctica vio a un muchacho de cabello corto, de hermoso color azabache, el joven lo miro de reojo, sus ojos eran azules, tan profundos como el mar. Tomo los halterios que habían en un lado y se posicionó en la fosa donde saltaría.

Antes de saltar vio al chico saltar antes, fue un gran salto llegó más lejos de lo que él jamás pudo haber pensado, aplaudió pues fue un buen salto, este lo miro indiferente.

- Fue un gran salto, como es que lo haces? - quiso hablar un poco con él pues buscaba obtener algún tipo de consejo de su parte.

- Hazlo. - fue duro al hablar esperaba que le hiciera caso, el príncipe trato de ser amable e insistió de nuevo.

- Bueno es que yo quería un consejo y... - Fue interrumpido por el muchacho a su lado, le asustaba un poco.

- Quieres ayuda? Hazlo. - no parecía que volvería a hablar, el espartano algo nervioso acepto, tomo las halterios, eran algo pesados pero los podía sostener, se balanceo un poco y cayó, no fue la misma distancia que la del pelinegro, bastantes centímetros menos.

Dejo las pesas a los lados y espero el resultado, el joven examinaba la situación, por un momento el príncipe pensó que no le diría nada y simplemente se iría, pero fue todo lo contrario pues fue a ayudarlo a levantarse.

- No es suficiente tu balanceo, además que agarras mal las pesas, tienes que sentirte seguro al saltar pues de lo contrario saltaras como lo hiciste ahora. - le ofreció una mano, se levantó enseguida, además de ilustrarlo en ciertos puntos.

- Vaya, jamás lo hubiese creído, gracias... - espero a que se presentara y pudiese agradecer adecuadamente, lo miro serio, parecía que esa era su mirada normal.

- Atalo de Argos. - como antes, cortante. - espero que seas una buena competencia espartano.

Sin decir más salió del lugar, se preguntaba la razón por la cuál era tan serio, según decían los de ese tipo de carácter eran los espartanos, nunca pensó que alguien ajeno a ellos pudiese expresarse igual. Con sus nuevos conocimientos lo volvió a intentar, la diferencia era notable, las marcas del joven de Argos estaban más cerca, pero aún no las alcanzaba o superaba.

Flor de Jacinto. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora