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A la mañana siguiente, el príncipe se levantó muy temprano para salir a hacer la rutina que diariamente hacia desde que el anuncio de la competencia fue anunciado. Era muy temprano el sol todavía no se alcanzaba a ver, dispuesto salió de la cama, se cambió y salió del palacio preguntándose si se volvería a encontrar con el dios de nuevo.

A mitad del camino se encontró con el ciervo perteneciente a el dios Apolo. Se encontraba escondido entre los árboles, vigilando a el príncipe, él al darse cuenta de la presencia del animal quiso ir a acariciarlo cómo había hecho antes, como resultado el ciervo salió huyendo del príncipe que ahora se encontraba confundido, así que fue detrás del animal extrañado de que lo haya rechazado.

En el camino supuso que quería que lo persiguiera así que eso hizo, pero naturalmente después de un tiempo corriendo detrás de él sin poder alcanzarlo se canso y trato de buscar un lugar donde descansar un rato.
El animal de largos cuernos se dio cuenta que ya no lo seguía y fue hacia él y le dio un lengüetazo buscando refrescarlo.

    — Espera.. me haces cosquillas! Hehe... Eres muy rápido! ¿Te molestaría hacerlo más seguido? Realmente puede ser una oportunidad para mejorar mi rendimiento! — hizo un gesto que al parecer del príncipe fue un si, trato de acariciarlo pero esta vez volvió a salir corriendo, dando a entender que todavía no era suficiente práctica.

Después de unas vueltas lo dejo sentarse y por fin descansar, ya estaba muy agotado, nunca creyó que a los ciervos les gustará tanto correr. Pero apesar de estar ocupado corriendo y persiguiendo al ciervo, en su mente se seguía preguntando si el dios lo visitaría como había prometido.

    — ¿No has visto al dios Apolo? — era inusual lo que hacía y él lo sabía, sabía que el animal no podía hablar pero aún así quería saber sobre el dios.

El ciervo lo miro negando lo que había preguntado, le impresionó como el mamífero lo entendía tan bien, se preguntaba si estaba cansado ya que no lo parecía, a diferencia del ciervo él se sentía muy cansado y de verdad quería agua.

Al suponer que en algún lado hubiese un riachuelo o un pequeño lago se dispondría a buscarlo. El ciervo se adelantó, y lo guió hacia uno, así que lo siguió.

Lo guió hasta un lugar que él no conocía pero que era hermoso, cuando llegó fue como entrar a un lugar secreto, se arrodilló a la orilla del lago y con sus manos cerradas pudo tomar un poco de agua y llevarla a su boca, tomo lo suficiente para poder hidratarse y salpicó un poco en su frente para poder refrescarse.

Al alzar la mirada vio del otro lado a un joven también tomando del agua, al darse percatarse de quién era se dio cuenta que era el dios Apolo, se sorprendió mucho que casi se ahoga al beber agua.

    — Di- Dios Apolo! — se sorprendió mucho, pero un toque del ciervo lo despertó de su transe, del otro lado el dios había vuelto a cumplir su cometido al sorprender de tal manera al espartano. Fue hacia él a disculparse.

— Hahaha! Disculpa no puedo evitar hacerlo, amo tu cara de sorpresa, creo que puedo volverme adicto a ella. En fin, ¿como te ha ido querido Jacinto? he visto que has estado muy ocupado entrenado con el ciervo. — se agachó a la altura del príncipe, le sonrió, al notar unas gotas de agua recorriendo la cara del muchacho decidió secarlas por él.

    — Si... El me ha ayudado mucho, aunque todavía es muy rápido para mí, pero me esforzaré para alcanzarlo y así poder ganar la competencia. — dijo animado el dios confundido quiso saber más de lo que trataba esa competencia de la que el príncipe hablaba.

    — ¿Que competencia? — pregunto curioso al príncipe, este feliz se sentó cerca de la orilla, viendo de reojo como el ciervo y el dios se sentaban a su lado curiosos de lo que diría.

Flor de Jacinto. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora