62. Estupidez

561 113 43
                                    

—¿Hijo puedo pasar? —pregunta mi padre por milésima vez en lo que va del día

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Hijo puedo pasar? —pregunta mi padre por milésima vez en lo que va del día. Todavía no tengo ganas de ver a nadie, ni siquiera tengo la fuerza suficiente para responderle. Optó por guardar silencio. Como era de esperarse, no espera paciente una respuesta. Porque en el acto, escucho como abre la puerta con cautela—. ¿En algún momento piensas salir de la habitación? —Muevo la cabeza en negación, mi voz casi ha desaparecido por completo al igual que mis ganas de seguir respirando. Porque con cada segundo que pasa, éste dolor se vuelve más agudo—. Vamos baby, háblame. —Silencio—. Anda, tienes que comer algo, o de lo contrario vas a enfermarte. —Suspiro cansado en medio de mi mutismo—. No me obligues a darte de comer como si en verdad fueras un bebé. —Bufo—. Puedo entender que no quieras ver ni hablar con nadie. Pero ¿En serio? ¿Ni siquiera hablarás con tu padre?

Genial, ahora me siento peor...

—No tengo hambre. —por fin puedo susurrar.

Escucho como suelta el aire retenido.

—Vamos Gun... Tienes que salir de esto.

—No Tengo ganas.

Lo conozco, está empezando a perder la poca paciencia que le queda al escucharle maldecir por lo bajo.

—Tienes que seguir adelante con tu vida. Además, no puedo seguir justificando tus inasistencias, si sigues así... Perderás el semestre.

—Puedo repetirlo...

Mi padre suspira fastidiado.

—Gun, ya han pasado siete días. Lo siento, pero no puedes seguir así. —su voz se escucha decaída, hasta cierto punto nostálgica.

Suspiro con tristeza al recordar lo sucedido hace siete días.

Siento como pasa su mano por mi cabello con ternura, no dice nada, sólo se dedica a brindarme un poco de consuelo que tal vez no merezco.

—¿En algún momento dejará de doler? —preguntó estúpidamente aún sabiendo que esto que siento no va a desaparecer jamás.

Da una larga exhalación

—Quisiera poder decirte que sí, pero ambos sabemos que eso no sucederá. Al menos no ahora.

Me aferro con fuerza al edredón para seguir llorando en silencio.

—¿Quieres hablar sobre lo que pasó con Off?

Muevo una vez más la cabeza en negación. Mi voz vuelve a quedarse estancada en el nudo que se ha formado al recordar su expresión llena de dolor, pero sobretodo llena de desilusión.

Con sólo escuchar su nombre y recordar lo sucedido ese día, es como si se hubiera presionado el botón detonante para poder llorar libre y dolorosamente.

—Háblame hijo. No me gusta verte así —su mano frota con suavidad mi espalda.

—Terminé con él —por fin digo en voz alta y mi voz se rompe una vez más.

El chico de los tatuajes - H.A #10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora