50. Hacer lo correcto

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Tras un muy largo día de mierda, por fin llegamos al CARP, en dónde cada uno empieza a tomar rumbos diferentes, unos se van a celebrar, otros deciden que es mejor irse a descansar, y luego estoy Yo

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Tras un muy largo día de mierda, por fin llegamos al CARP, en dónde cada uno empieza a tomar rumbos diferentes, unos se van a celebrar, otros deciden que es mejor irse a descansar, y luego estoy Yo...

Completamente solo en éste imponente lugar, con mil cosas rondando por mi cabeza, y justo en este momento de soledad es cuándo me pongo a pensar en lo mucho que ha cambiado mi vida desde que empecé a entrenar aquí, y por primera vez creo que ha llegado el momento de hacer lo correcto.

Sin esperar más tiempo, subo mis cosas al auto y me largo al hospital central, a pesar de que tanto el señor Kanawut como el señor Natouch nos dijeron una y mil veces que Ohm ya estaba fuera de peligro, necesito verlo con mis propios ojos.

Al llegar lo primero con lo que me encuentro es con la mirada cansada del entrenador, quién apenas me ve hace un extraño gesto.

—¿Qué haces aquí Jumpol? ¿No se supone que deberías estar descansando? —pregunta con su inconfundible tono bravucón.

—¿Cómo está?

Espero paciente por su respuesta pero... en cambio sólo da un suspiro cansado mientras mira lo que llevo en la mano izquierda y de nuevo me mira.

—Ya me enteré de lo que pasó en la competencia —suelta sin más, y me quedo a la espera de sus gritos, pero éstos nunca llegan... sólo mantiene su mirada fija en mí, sin expresión alguna.

—Yo...

—Shhh... —levanta la mano para que deje de hablar— Ya habrá oportunidad de hablarlo con calma. —Me corta al instante— Thitiwat está dormido, pero puedes pasar a verlo.

Sus palabras, pero sobre todo su actitud me toman por sorpresa, no sé si lo dice por lo que pasó en la pelea con Sing o después con Gun, digo... Tampoco esperaba que me felicitarla, ni nada por el estilo, pero admito que si me hubiera gustado una reacción diferente, la verdad no sé cómo sentirme.

No digo nada más, tiene toda la razón, este no es el lugar ni el momento adecuado para hablar, por lo que sólo asiento con la cabeza y entró en la habitación de Ohm.

Al entrar, lo primero que veo son los vendajes de su cabeza, así como un fuerte golpe a la altura del pómulo izquierdo, y el labio reventado, imagino que tendrá un enorme hematoma a la altura de las cosillas.

—¿Por qué me ves así?... ¿Acaso te gustó? —la voz entrecortada y somnolienta de Ohm me hace esbozar una sonrisa.

—Ya quisieras... —hace el intento de reír pero maldice al instante.

—Maldito hijo de puta, no me hagas reír... que duele —susurra entre quejidos.

Escucharlo maldecirme como siempre lo hace me hace sonreír, no porque me guste, sino porque es señal de que a pesar de todo tiene los ánimos para hacerlo, y eso es bueno.

Coloco sobre la mesa el trofeo del campeonato de la división peso pesado a la altura donde él pueda apreciarlo.

—Felicidades —musita.

El chico de los tatuajes - H.A #10Donde viven las historias. Descúbrelo ahora