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Después de llevar a su hijo al cole y hablar durante un rato con la tutora, la señora Weetbix volvió a casa. Le resultó extraño encontrársela vacía después de tanto tiempo con sus hijos. Se sentó a pensar, todo estaba ocurriendo demasiado rápido.

«¿Cómo hemos podido llegar a este punto? Recuerdo cuando conocí a Jack, estábamos en las fiestas de Rahlobich, celebrando la noche de luces. Mis amigas y yo estábamos hambrientas después de una noche de desfase Mi novio me había dejado hacía unas semanas y estaba decaída, pero esa noche, mis amigas fueron a buscarme a la puerta de mi casa y me dijeron que se acabó, que había tenido tiempo suficiente para llorar y que era hora de pasar página.

Esa noche, apenas bebimos, un par de cervezas si acaso. Montamos en todas las atracciones,cosa rara en mi que soy miedosa. Nos reímos como hacía mucho tiempo. A media noche, después de varias horas sin parar, buscamos un puesto de comida rápida, estábamos hambrientas. Encontramos uno de perritos calientes y allí estaba él, con su preciosa sonrisa y sus inolvidables ojos grises, trabajando junto a su padre. Nos atendió algo tímido, era su primer día. Cuando me tocó pedir, nuestras miradas se cruzaron y algo se aceleró dentro de mí, me quedé durante unos segundos sin poder articular palabra.

Seguimos con nuestra noche de chicas. Mi cabeza no dejaba de pensar en el chico del puesto de los perritos. Al volver a casa pasé por delante del puesto, podía haber elegido muchos caminos, pero escogí ese por si le veía de nuevo. Mi intención era acercarme a decirle lo rico que estaba el perrito caliente aunque después lo pensé mejor y decidí mirar hacia el suelo y pasar desapercibida. ̈Para mi sorpresa, le debí llamar la atención porque al verme se acercó, se acordaba de mí, a pesar de la cantidad de personas que habrían pasado por su puesto. Estuvimos hablando un rato hasta que miré el reloj y vi que debía irme. Me pidió el teléfono y me propuso quedar a tomar algo al día siguiente con la escusa de que era nuevo y no conocía la ciudad. Accedí, no tenía nada que perder ni planes por hacer.

Siempre he sido bastante insegura y él , en cada cita, hacía que me sintiese especial. Al final acabamos enamorándonos. Llegó el primer beso.

Nos convertimos en uña y carne, hacíamos todo juntos, solo nos separábamos cuando él trabajaba y yo me iba a estudiar. Mis amigas me decían que ese amor empezaba a ser enfermizo, yo no lo veía así, solo quería estar todo el tiempo del mundo con él. No tenía ojos para nadie, era mi única devoción, quizá ese fue el error, pensar que era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Un año más tarde me quedé embarazada, no fue algo planeado, pero sucedió. Mis padres se enfadaron, intentaron que entrase en razón. Me dijeron que era demasiado joven, todavía estaba estudiando y me quedaba una vida por delante.

Trataron que entendiese que todavía no era mi momento, tenía tan solo diecisiete años. Jack en cambio estaba feliz, quería que siguiésemos adelante con ese bebé fruto de nuestro amor. Me convenció, solo él y yo podíamos decidir nuestro futuro y queríamos tenerlo porque él estaba trabajando y con su sueldo podríamos vivir hasta que yo encontrase un trabajo.

Alquilamos una casa con el dinero de Jack . Antes de que naciese Nathan, nos casamos, fue una boda preciosa. No pudimos irnos de luna de miel porque ya estaba de siete meses y no queríamos arriesgar.
Todo el embarazo fue precioso, me cuido como si fuese una reina, nunca tuve pega, siempre estuvo para satisfacer mis antojos, no me dejaba hacer nada, todo lo hacía él. Nos encantó elegir el cuarto de la niña juntos, queríamos que todo estuviese listo antes de que naciese.

Cuando nació Nathan y vimos su carita... tan pequeñita, tan bonita, nos morimos de amor. Habíamos empezado a formar nuestra pequeña familia, de verdad que ese día sentí que lo tenía todo, que era afortunada. Nadie me contó lo que vendría después.

Bailando bajo las estrellas ( tituló temporal )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora