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Nadia abrió los ojos con torpeza cuando sintió que la velocidad del coche comenzaba a aminorar. Su madre tenía la mirada fija en la carretera, su hermana Nathan dormía plácidamente en el asiento del copiloto, al igual que sus otros dos hermanos.
Observó a su madre, una mujer que no era consciente de lo bella y fuerte que era. Hubo un día tiempo en el que fue feliz, alegre e incluso gastaba bromas. Con el paso de los años y de los acontecimientos dejó de serlo y se marchitó como una flor.

Anna desvió el coche hacia las afueras de la ciudad, entrando en una urbanización de alto estanding, por la que recorrieron sus calles en busca de su nueva casa. Al encontrarla no dudaron en entrar dentro para inspeccionala. Contaba con tres plantas y un jardín trasero. En la primera se encontraba un hall amplio, una cocina minimalista, un baño y un salón
que comunicaba con el patio trasero a través de cristaleras correderas, alli descubrieron una piscina.
Las habitaciones estaban en la segunda planta. Cada miembro de la familia disponía de una, algo a lo que no estaban acostumbrados pues en Rahlobich las compartían.

En el sótano se encontraba una habitación de invitados, un despacho y la zona de lavandería.

̶ ¿Cómo vamos a pagar esta casa? -preguntó Nathan, la mayor de los hermanos.
̶ No tienes que preocuparte por nada, por ahora todo está en orden. Mi abogado me habló de esta ciudad, segura, tranquila y con las mejores universidades y colegios para que podáis seguir estudiando. Me pareció buena zona para empezar de cero, así que decidí
comprarla.
̶ Pero... mamá tú no trabajas ¿Cómo vas a pagar nuestros estudios, la comida, los gastos
de la casa?- siguió inquiriendo esta vez George, el segundo de la familia. ̶ Entiendo que estéis preocupados. Peter ha solucionado todo.
̶ ¿Quién es Peter?
̶ Mi abogado ha gestionado todo. Además, mi intención es encontrar trabajo y volver a la vida laboral.

Los hermanos se miraron entre ellos, ¿y si no encontraba trabajo? ¿y si no podían pagar todos los gastos? Su madre llevaba sin trabajar desde hacía años y ahora no se la imaginaban haciéndolo.

̶ Sé que todo esto va a ser muy duro. Si hubiese sido por mí nos hubiésemos quedado en Rahlobich, pero tengo miedo por vosotros, no quiero que cuando vuestro padre salga de la cárcel por hacerme daño a mí, os haga algo, no me lo perdonaría.
̶ Mamá, sabemos que estás haciendo lo mejor para nosotros.

Anna abrazó a sus hijos con lágrimas en los ojos, los comienzos eran muy difíciles, pero merecía la pena pasar por ellos, les debía una vida mejor después de los años de tormento. Ella se merecía volver a ser feliz y disfrutar de ellos. Se merecía volver a ser la mejor versión de ella. Se merecía recuperar esa autoestima y fortaleza que tantos años de oscuridad le habían arrebatado.

A pesar de estar luchando contra sus propios miedos y demonios, Anna debía ser fuerte y mirar hacia delante, por sus hijos. Ya había conseguido la parte más difícil, denunciar al que era desde la adolescencia el amor de su vida y al que pese a todo lo que le había hecho, seguía queriendo con todo su ser. Ahora tocaba la parte que aparentemente era sencilla, pero que le iba a costar. Ahora le tocaba vivir, que no era lo mismo que sobrevivir. Había estado toda la vida sobreviviendo, sin soñar, sin hacer, sin imaginar, cegada por el miedo, por no hacer nada que pudiese enfadar a su marido. Pero ahora era libre, había encontrado la fuerza para salir, era hora de tener sueños, luchar por sus hijos, hacer locuras y sobre todo gritar al mundo lo que tantos años había callado. No podía cambiar su pasado, pero si hacerlo menos doloroso, viviendo, para poder mirar en un futuro atrás y decirse a sí misma que lo había conseguido.

La vida de ensueño y fantasía que siempre había imaginado junto a uno de los hombres seguramente más guapos de Rahlobich, había resultado ser una pesadilla. Lo que al principio empezó como un cuento de hadas de príncipe salva a princesa, se convirtió en una historia de terror en la que el príncipe se transformaba en villano y encerraba a la princesa en las profundidades del castillo, impidiéndole volver a ver la luz del sol.

No sabía si iba a ser capaz de confiar en otro hombre, pero una cosa tenía clara, que con el amor de sus hijos llegaría a donde se propusiese.

Bailando bajo las estrellas ( tituló temporal )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora